San Hipólito
¡Oh Pascua de Dios que desciendes del cielo sobre la tierra y desde la tierra vuelves a subir al cielo! ¡Oh alegría universal, honor, convite, delicia! ¡Las tinieblas de la muerte han desaparecido, la vida ha sido dada a todos, las puertas del cielo se han abierto!
Dios se ha hecho hombre y el hombre se ha hecho Dios. Ha roto la hegemonía del infierno y las barreras que detenían a Adán. El pueblo de los infiernos ha resucitado de entre los muertos, para decir a la tierra que las promesas se han cumplido. Y los cánticos volvieron a la tierra.
¡Oh Pascua de Dios! El Dios del cielo en su liberalidad se ha unido a nosotros en el Espíritu, la inmensa sala de bodas se ha llenado con los invitados. Todos llevan la vestidura nupcial y ninguno ha sido arrojado fuera por carecer de ella. ¡Oh Pascua! Luz de un nuevo resplandor, esplendor del cortejo de las vírgenes. Las lámparas de las almas ya no se apagan. En todas ellas el fuego de la gracia arde de forma divina en los cuerpos y en las almas, y lo que arde es el aceite de Cristo.
Así nosotros te pedimos, Dios soberano, Cristo rey en el espíritu y en la eternidad, que extiendas tus grandes manos sobre tu Iglesia sagrada y sobre tu pueblo santo que te pertenece por siempre, defiéndelo, vigílalo, consérvalo, combate y lucha por él, somete a todos sus enemigos bajo tu poder, hasta destrozar a las fuerzas invisibles que están ya vencidas. Alza ahora tu estandarte sobre nosotros y concédenos que podamos cantar con Moisés el cántico triunfal.
A ti la victoria y el poder en los siglos de los siglos. Amén.
(San Hipólito, Homilía: La Pascua histórica)
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