Francisco Javier Bernad Morales
Esta es la pegunta que, según el
Evangelio de Juan, se hacen muchos tras escuchar a Jesús (Jn, 7,
41). Es más, cuando el fariseo Nicodemo habla en su defensa, sus
compañeros se burlan de él diciendo: “Investiga y verás que de
Galilea no surge ningún profeta” (Jn, 7, 52).
Entre los sinópticos, solo el
Evangelio de Lucas (1, 26) menciona inequívocamente el origen
galileo de Jesús, ya que tanto el testimonio de Marcos (1, 9), como
el de Mateo (3, 13) son ambiguos, pues se limitan a decir que llegó
de Galilea para ser bautizado por Juan. Se diría que no solo los
fariseos, sino que incluso los evangelistas sienten cierta
incomodidad ante la procedencia de Jesús. Si bien el posible
problema galileo queda resuelto mediante el nacimiento en Belén de
Judea y las genealogías que lo hacen descendiente de David; esto no
obsta para que nos preguntemos por el fundamento histórico que
pudieran tener los recelos aludidos.
Hemos hablado en artículos anteriores,
al referirnos a los samaritanos, del origen de las diferencias y de
la ruptura religiosa entre estos y los judíos. Supongo que cualquier
lector mínimamente atento se habrá preguntado: Si el reino del
Norte, tras la conquista asiria, quedó desvinculado de la evolución
del judaísmo, ¿cómo es que Galilea, la más septentrional de sus
comarcas, aparece como una región judía en tiempos de Jesús?
Ya expusimos que la deportación a
Nínive difícilmente puedo alcanzar a todos los habitantes del reino
del Norte, sino que afectaría fundamentalmente a las élites
políticas y religiosas. No podemos descartar, pues, que en ciertos
lugares, entre ellos Galilea, un resto de población judía se
mantuviera en contacto primero con el reino del Sur (II Cr, 30, 6 y
Flavio Josefo, Antigüedades judías, libro X, cap IV, 5) y,
más adelante, con los exiliados en Babilonia.
El primer libro de los Macabeos (5,
14,24) cuenta que los gentiles de Galilea y regiones vecinas
determinaron exterminar a los judíos en su territorio, por lo que
estos solicitaron la ayuda de Judas, quien envió a su hermano Simón
a socorrerlos. Este, pese a salir vencedor en el combate, consideró
que los judíos, en una zona tan lejana, corrían un grave peligro,
por lo que juzgó que lo más prudente era trasladarlos a Judea. Es
un episodio que muestra no solo la debilidad de la presencia judía
en Galilea hacia el 160 a.C., sino también que esta pudo ser
prácticamente inexistente tras las campañas de los Macabeos.
Posiblemente, fue Juan Hircano, quien,
tras la conquista de Samaria (107 a.C.), ocupó Galilea y la repobló
con judíos, quizá en su mayor parte descendientes de los evacuados
por Simón. En cualquier caso, la presencia gentil continuó siendo
muy fuerte en un territorio altamente helenizado. Esto podría
explicar el hecho de que el Evangelio no mencione que Jesús visitara
Séforis y Tiberíades, las dos ciudades más importantes de Galilea
en las que la población judía parece haber sido muy reducida.
Soy consciente de que mi interpretación
de los escasos datos disponibles es un tanto aventurada. Aduzco en mi
descargo que no pretendo exponer una verdad asentada, sino tan solo
aventurar una hipótesis que dé razón de la desconfianza ante los
galileos entre los círculos judíos de Jerusalén. ¿Cómo el Mesías
podía proceder de una región recientemente recuperada para el
judaísmo y con una gran parte de su población helenizada?
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