04 febrero 2012

Beato Anselmo Polanco

Con motivo del día dedicado al recuerdo del Beato Anselmo Polanco que en la familia agustiniana celebramos el día 7 de febrero, reproducimos un texto sobre su biografía incluido en el libro La seducción de Dios. Perfiles de hagiografía agustiniana del Padre Fernando Rojo Martínez (OSA) publicado en Roma en el año 2001.

Beato Anselmo Polanco (1881-1939)

“Nació en Buenavista de Valdavia (Palencia, España) en el seno de una familia de sencillos labradores. Cumplidos los quince años entró en el convento de Valladolid, donde emitió sus primeros votos en 1897. Pasó después a La Vid (Burgos), y allí completó los estudios y celebró la primera misa (1904). Profesor y formador en las mismas casas en que se había formado, en 1922 fue nombrado prior de Valladolid y en 1932 provincial. En cumplimiento con su deber realizó la visita de renovación en Filipinas, China, Estados Unidos, Colombia y Perú. En todo momento se distinguió por su amor a la concordia sin descuido de la disciplina.
En 1935, siendo todavía provincial, fue nombrado obispo de Teruel. “He venido a dar la vida por mis ovejas”, dijo al hacer la entrada en la diócesis. De allí a poco estallaba la guerra civil y Teruel se convirtió en uno de los puntos en que la lucha resultó más cruenta. La ciudad fue asediada, pero él, inspirado por la lógica de la fe y un profundo espíritu pastoral, decidió permanecer en su sede. “Mi puesto está en Teruel- escribía- al lado de mis ovejas. Mientras haya un alma en la ciudad tiene grey el obispo”. En los momentos de tribulación se prodigó en ayudar y llevar consuelo, granjeándose una general estima y admiración.
El 8 de enero de 1938, tomada la ciudad por el ejército republicano, el padre Polanco -como era llamado y conocido por todos- salió de entre los escombros a los que durante el asedio había quedado reducido el seminario y, al frente de un grupo de sacerdotes, se entregó a los ocupantes. Vestía el hábito agustino con los signos episcopales del pectoral y el anillo. Hecho prisionero, tuvo que soportar fuertes presiones para que retirara la firma de la “Carta colectiva” del episcopado español, en la que se denunciaba ante la opinión pública mundial la persecución que sufría la Iglesia, Su postura fue inamovible. Sabía bien que la firmeza en este punto comportaba un manifiesto riesgo de muerte. Pero asumió el peligro por fidelidad a la comunión eclesial con sus hermanos en el episcopado.
Junto con su vicario general Felipe Ripoll, sufrió con paz el encarcelamiento que hubo de soportar durante trece meses, realizando, como todos, las tareas más humildes, animando a los demás compañeros de prisión y organizando con ellos una vida espiritual intensa, con prácticas de piedad y meditación.
El 7 de febrero de 1939, pocos días antes de concluir la guerra, después de haber sido llevado de un lugar a otro como escudo de milicias en retirada, a unos kilómetros de la frontera francesa, en compañía de su fiel Ripoll, fue fusilado y después dado al fuego. Sus restos mortales descansan en la catedral de Teruel.
Ambos fueron beatificados el 1 de octubre de 1995.”



Monumento al Beato Anselmo Polanco en Teruel

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