No sé lo que sentí
cuando me enseñaste tus manos,
me fijé en tus ojos
y en tu mirada.
Estaban rojos
¿Por la droga, la calle? ¡No lo sé!
Sí puedo decir,
que los míos se clavaron en los tuyos
cuando te miré a la cara.
Y tus ojos, tu mirada
para mí eran perlas
que machacaban mi alma.
No podía hacer nada
y la impotencia
minaba mi alma .
Bellísima manera de empatizar con los marginados, Consuelo.
ResponderEliminarRegina