Tras conocer las lamentables condiciones de explotación sufridas por los trabajadores inmigrantes ocupados en la impresión de sus obras, el novelista italiano Maurizio Maggiani publicó en el diario Il Secolo XIX de Génova una carta abierta al Papa Francisco, en la que expresaba la vergüenza que ese hecho le causaba. Se dirigía a él, pese a declararse como no creyente, porque "no veo otra autoridad moral que además de tener voz fuerte esté dispuesta a escuchar, a preguntar antes de juzgar". La respuesta de Francisco llegó unos días después por el mismo medio. En ella, entre otras consideraciones, el Papa recuerda que "toda forma de explotación es un pecado".
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