Cardenal Newmann
Guíame,
Señor, mi luz,
en las
tinieblas que me rodean,
¡guíame
hacia delante!
La noche es
oscura y estoy lejos de casa:
¡Guíame tú!
¡Dirige Tú
mis pasos!
No te pido
ver claramente el horizonte lejano:
me basta con
avanzar un poco...
No siempre
he sido así,
no siempre
Te pedí que me guiases Tú.
Me gustaba
elegir yo mismo y organizar mi vida...
pero ahora,
¡guíame Tú!
Me gustaban
las luces deslumbrantes
y,
despreciando todo temor,
el orgullo
guiaba mi voluntad:
Señor, no
recuerdes los años pasados...
Durante
mucho tiempo tu paciencia me ha esperado:
sin duda, Tú
me guiarás por desiertos y pantanos,
por montes y
torrentes
hasta que la
noche dé paso al amanecer
y me sonría
al alba el rostro de Dios:
¡tu Rostro,
Señor!
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