07 marzo 2012

La fe en un mundo globalizado

Carmen Sáez Gutiérrez

ROUCOU, Christophe. La fe ante el desafío de la globalización. ¿Tiene todavía sentido la misión? Edit. PPC, Madrid 2009, 22 x 14,5, 142 pp

Christophe Roucou, máster en Historia y Teología, sacerdote y superior del seminario de la Misión de Francia, durante algún tiempo, y actualmente misionero en Egipto, en una segunda etapa, pues lo había sido ya con anterioridad, plantea en esta obra una cuestión crucial de la Iglesia de nuestros días, el sentido de la misión en la sociedad actual, ante la globalización. A lo largo del libro, el autor da respuesta sobrada a este interrogante desde un planteamiento que entiende la misión como encuentro y diálogo con la espiritualidad del otro y no como intento de un proselitismo que  pretende, de forma prioritaria, ganar adeptos. Solo ofreciendo el testimonio del amor de Dios al hombre a través de una entrega gratuita que atienda a las necesidades más acuciantes del ser humano, es posible compartir la Palabra que nos ha sido entregada.
La Iglesia, además de aportar el tesoro que ha recibido, debe permanecer a la escucha de otras sensibilidades religiosas, de otras formas de sentir y estar en el mundo. Ante los retos y problemas actuales, la misión de la Iglesia tiene mucho que ofrecer buscando el encuentro en lo cotidiano, ayudando en todo aquello que sea necesario. Pero, al mismo tiempo, debe sentir la presencia del Espíritu y el Amor de Dios en hombres y mujeres que profesan otras religiones. Así, desde esta perspectiva, es posible aproximarse al ecumenismo y dar al cristianismo su más pleno significado, en tanto es una religión fundamentada en los pilares del Amor de Cristo proyectado en cada persona.
El cardenal Roger Etchegaray define en el prólogo esta obra como “una gran bocanada de aire fresco” y ciertamente lo es para los cristianos que hemos estado o estamos en relación con miembros de otras religiones, ateos o agnósticos y sentimos esa vivencia común de ser hijos de Dios. La Iglesia, de esta forma, se despoja de la obligatoriedad de aumentar sus adeptos para vivir en profundidad el sentido del Reino de Dios que debemos empezar a construir ya, aquí.

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