18 enero 2025

Nuestra responsabilidad ante los pueblos originarios

En su autobiografía de reciente aparición, el papa Francisco engarza los acontecimientos de su vida con profundas e iluminadoras reflexiones sobre el mensaje cristiano en el mundo de hoy. A continuación reproducimos una de ellas referida a los pueblos originarios.

"Qué desolador resulta ver en la actualidad la destrucción de los bosques y de las selvas, de los territorios que durante siglos y milenios los pueblos nativos han sabido respetar y preservar. Hoy esas tierras y esos pueblos son arrasados por el frenesí de un malentendido progreso. Los ríos que han conocido los juegos de los niños y que han dado de comer a sus padres están sucios, contaminados, muertos. Y es probable que los pueblos originarios nunca hayan estado tan amenazados en sus territorios como ahora. En mis viajes apostólicos a Temuco, entre el pueblo mapuche, y a Puerto Maldonado, entre los pueblos de la Amazonia, o a Chiapas, y en la conferencia de Aparecida, respiré la sabiduría, los conocimientos, y también las profundas heridas de aquellos hombres y de aquellas mujeres que saben relacionarse armoniosamente con la naturaleza, a la que respetan como fuente de sustento, como casa común y altar del compartir humano. Y sin embargo demasiadas veces, y de manera sistemática y estructural, esos pueblos han sido incomprendidos y excluidos de la sociedad. Muchos han considerado inferiores sus valores, su cultura, sus tradiciones. Muchos otros, cautivados por el ansia de poder y de dinero, los han despojado de sus tierras, qua han saqueado, contaminado, invadido. En las palabras de la cantautora y poeta chilena Violeta Parra: «Arauco tiene una pena que no la puedo callar, son injusticias de siglos que todos ven aplicar». Arauco es la región de los mapuches. Esos dolores, esos lutos, esas injusticias son algo por lo que toda la humanidad ha de pedir perdón". 

"Confundir unidad con uniformidad es una tentación diabólica. La unidad no es un simulacro de integración forzosa ni de marginación armonizadora. Es, más bien, una diferencia reconciliada. La unidad de quien se escucha y se respeta es la única arma que tenemos contra la «deforestación», y, ante todo, contra la deforestación de la esperanza y de la conciencia. La verdad, una verdad dramática y urgente, es que hoy tenemos una necesidad apremiante de esa sabiduría, de esos conocimientos, e incluso del tesoro doloroso de esas heridas. Por eso dije humildemente a los jóvenes de los pueblos indígenas: no os resignéis a lo que está pasando. No renunciéis a vuestra vida y a vuestros sueños. Preparaos, formaos, pero, por favor, no renunciéis a la herencia de vuestros abuelos, de vuestros antepasados. Porque el mundo tiene una enorme necesidad de vosotros, y os necesitamos tal como sois. Convertíos en nuestros maestros: la crisis ambiental que vivimos, una de las mayores de la historia, y sus raíces humanas y sociales, nos toca e interpela a todos. Ya no podemos mirar hacia otro lado". 

Francisco (2025), Esperanza. La autobiografía, Barcelona, Plaza y Janés, p. 58

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