Se atribuye a Epicuro, allá por el siglo IV a. C., la formulación de un famoso dilema: Si Dios quiere acabar con el mal, pero no puede entonces no es omnipotente; si puede, pero no quiere entonces no es bueno. Es muy probable que en uno u otro momento de nuestras vidas, muchos de nosotros nos hayamos planteado una disyuntiva similar, sobre todo si nos ha sido dado presenciar o incluso padecer, como a Job y sus amigos, el extremo sufrimiento del inocente, del justo.
En el artículo que enlazamos a continuación, el sacerdote Andrés Torres Queiruga desarrolla una sugerente reflexión sobre la naturaleza del mal a propósito de la actual epidemia de Covid-19:
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