23 enero 2015

Déjate empapar

P. Cesáreo Fernández de la Cueva (OSA)

Cuando llueve, llueve para todos, pero solo se moja el que no abre su paraguas. Así es también la acción de la gracia: disponible para todos, pero eficaz en aquel que quiere poner los medios. Dios no niega a nadie sus dones. Somos nosotros quienes ponemos obstáculos a la acción de Dios. Y, para anestesiar cualquier remordimiento de conciencia, disfrazamos esos obstáculos de buenas excusas y piadosos motivos, muy razonables y justos, que, además, intentamos explicar buenamente a los demás.
        No te engañes: Dios no te hará santo si tú no quieres. No te cambiará el corazón si tú no le dejas. Nunca forzará tu libertad si tú no se la entregas. Tampoco un padre obliga a su hijo a amarle. Has de querer cambiar tus defectos de carácter: tu pereza para las cosas de Dios, tu inconstancia para el compromiso, tu falta de voluntad para cumplir tus propósitos, tu indolencia para acabar con tus faltas de omisión, tu negligencia y desgana para orar.
        Cierra todos esos paraguas con los que ahogas la vida divina en tu alma.
        Piensa que muchos contemporáneos oyeron hablar de Jesús, le vieron pasar a su lado, le escucharon en alguna de aquellas predicaciones e incluso vieron algunos de sus milagros. Y, sin embargo, sabemos por los evangelios que solo unos pocos dejaron todo para seguirle y solo fueron curados aquellos que se lo pidieron.
        Empéñate a fondo en vivir con coherencia y seriedad tu vida cristiana si no quieres reducir tu cristianismo a un manual de buenas costumbres o a un formal protocolo social.
        Déjate empapar, a través de los sacramentos, de la abundancia y la plenitud de ese Dios que tanto desea entrar en tu alma. Verás con qué suavidad y eficacia se va realizando en tu vida esa obra grandiosa de tu conversión interior.



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