Cáritas anuncia que vivir con sencillez puede ser la respuesta a
muchas de nuestras insatisfacciones y vacíos, a nuestras soledades y hastíos.
El consumo se ha convertido en el dios de todos, en una presencia que nos rodea
y que dirige lo que hacemos, soñamos y buscamos. La falta de empleo se ha
convertido en una gran pandemia en los países del norte, que se suma a la
realidad que cientos de países empobrecidos viven desde hace más de treinta
años, y amenaza nuestra capacidad de consumo y de relación, porque para
relacionarnos también necesitamos consumir[…]
Una de las consecuencias más dramáticas de la crisis económica y moral
que padecemos es la falta de empleo, y constituye la peor cara de la crisis
porque las cifras y las estadísticas han adoptado rostro, nombre y apellidos,
historia y vida. Hoy nos enfrentamos, como en muchos momentos de la historia y
en muchos lugares del mundo, ante el problema de conseguir trabajo.
El problema del paro no es
coyuntural, es estructural. No responde a una mala situación económica, sino al
propio funcionamiento del sistema económico hegemónico en el mundo. Hemos
vivido una ilusión durante los primeros años del presente siglo, fruto de la
construcción sin control, con un nivel de especulación nunca visto, que ha
permitido trabajar a muchas más personas pero durante un tiempo ficticio, al
tiempo que se han generado unas ganancias económicas desorbitadas para algunos
y un endeudamiento “fácil” para otros. Nos hemos olvidado de que la gente
necesita el trabajo no sólo para pagar las cuentas, poner alimentos en la mesa
y conservar sus hogares, sino también para expresar su dignidad humana y
enriquecer y consolidar la comunidad. (Cfr. Gaudium
el Spes, 34)
Rev. Cáritas nº 542, diciembre
012
No hay comentarios:
Publicar un comentario