31 octubre 2013

Catequesis sobre la comunión de los santos

Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy me gustaría hablar de una realidad muy bella de nuestra fe, es decir, la comunión de los santos. El Catecismo de la Iglesia Católica nos recuerda que este término hace referencia a dos realidades: la comunión en las cosas santas, y la comunión entre las personas santas (núm. 948). Me centro en el segundo significado: es una verdad entre las más reconfortantes de nuestra fe, porque nos recuerda que no estamos solos sino que hay una comunión de vida entre todos los que pertenecen a Cristo. Una comunión que nace de la fe; de hecho el término "santos" se refiere a aquellos que creen en el Señor Jesús, y se incorporan a Él en la Iglesia a través del bautismo. Por eso, los primeros cristianos fueron llamados también "los santos" (cf. Hch. 9,13.32.41; Rm. 8,27; 1 Cor. 6,1).
1. El Evangelio de Juan dice que, antes de su pasión, Jesús oró al Padre por la comunión entre los discípulos con estas palabras: "Para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado" (17,21). La Iglesia, en su verdad más profunda, es comunión con Dios, familiaridad con Dios, una comunión de amor con Cristo y con el Padre en el Espíritu Santo, que se prolonga en una comunión fraterna. Esta relación entre Jesús y el Padre es la "matriz" de la unión entre nosotros los cristianos: si estamos íntimamente inseridos en esta "matriz", en este horno ardiente de amor, entonces podemos llegar a ser realmente un solo corazón y una sola alma entre nosotros, porque el amor de Dios incinera nuestro egoísmo, nuestros prejuicios, nuestras divisiones internas y externas. El amor de Dios también incinera nuestros pecados.
2. Si esto tiene su origen en la fuente del amor, que es Dios, entonces también se da el movimiento recíproco: de los hermanos a Dios; la experiencia de la comunión fraterna con Dios me lleva a la comunión con Dios. Estar unidos entre nosotros nos lleva a estar unidos a Dios, nos lleva a esta relación con Dios que es nuestro Padre. Este es el segundo aspecto de la comunión de los santos que me gustaría subrayar: nuestra fe necesita del apoyo de los demás, especialmente en tiempos difíciles. Si estamos unidos la fe se vuelve más fuerte. ¡Qué hermoso es apoyarse mutuamente en la aventura maravillosa de la fe! Digo esto porque la tendencia a refugiarse en lo privado también ha influido en la esfera religiosa, por lo que muchas veces es difícil buscar la ayuda espiritual de aquellos que comparten nuestra experiencia cristiana.
 Todos las hemos experimentado; yo también, forma parte del camino de la fe, del camino de nuestra vida. ¿Quién de nosotros no ha experimentado inseguridad, desconcierto e incluso dudas en el camino de la fe? Todos hemos experimentado esto, también yo: es parte del camino de la fe, es parte de nuestra vida. Todo esto no debe sorprendernos, porque somos seres humanos, marcados por la fragilidad y las limitaciones; todos somos frágiles, todos tenemos límites. Sin embargo, en estos tiempos difíciles hay que confiar en la ayuda de Dios, a través de la oración filial, y al mismo tiempo, es importante encontrar el coraje y la humildad para estar abierto a los demás, para pedir ayuda, para pedir que nos den una mano. ¡Cuántas veces hemos hecho esto, y después hemos sido capaces de salir del problema y encontrar a Dios otra vez! En esta comunión --comunión quiere decir común-unión--, somos una gran familia, donde todos los componentes se ayudan y se apoyan mutuamente.
3. Y ahora llegamos a otro aspecto: la comunión de los santos va más allá de la vida terrena, va más allá de la muerte y dura para siempre. Esta unión entre nosotros, va más allá y continúa en la otra vida; es una unión espiritual que nace del bautismo y no se rompe con la muerte, sino que, gracias a Cristo resucitado, está destinado a encontrar su plenitud en la vida eterna. Hay un vínculo profundo e indisoluble entre los que son todavía peregrinos en este mundo -- incluidos nosotros-- y los que han cruzado el umbral de la muerte para entrar a la eternidad. Todos los bautizados aquí en la tierra, las almas del Purgatorio, y todos los santos que ya están en el Paraíso forman una sola gran familia. Esta comunión entre el cielo y la tierra se realiza sobre todo en la oración de intercesión.
Queridos amigos, ¡tenemos esta belleza! Es nuestra realidad, la de todos, lo que nos hace hermanos, que nos acompaña en el camino de la vida y hace que nos encontremos de nuevo allá en el cielo. Vayamos por este camino con confianza, con alegría. Un cristiano debe ser alegre, con la alegría de tener a tantos hermanos y hermanas bautizados que caminan con él; sostenido por la ayuda de nuestros hermanos y hermanas que transitan este mismo camino para ir al cielo. Y también con la ayuda de nuestros hermanos y hermanas que están en el cielo y oran a Jesús por nosotros. ¡Adelante por este camino de felicidad!



29 octubre 2013

No nos apartemos nunca de la voluntad de Dios

San Clemente I
Carta a los Co­rintios 21,1-22,5; 23,1-2

Vigilad, amadísimos, no sea que los innumerables beneficios de Dios se conviertan para nosotros en motivo de condenación, por no tener una conducta digna de Dios y por no realizar siempre en mutua concordia lo que le agrada. En efecto, dice la Escritura: El Espíritu del Señor es lámpara que sondea lo íntimo de las entrañas.
Consideremos cuán cerca está de nosotros y cómo no se oculta ninguno de nuestros pensamientos ni de nues­tras palabras. Justo es, por tanto, que no nos apartemos nunca de su voluntad. Vale más que ofendamos a hom­bres necios e insensatos, soberbios y engreídos en su hablar, que no a Dios.
Veneremos al Señor Jesús, cuya sangre fue derramada por nosotros; respetemos a los que dirigen nuestras comunidades, honremos a nuestros presbíteros, eduquemos a nuestros hijos en el temor de Dios, encaminemos a nuestras esposas por el camino del bien. Que ellas sean dignas de todo elogio por el encanto de su castidad, que brillen por la sinceridad y por su inclinación a la dul­zura, que la discreción de sus palabras manifieste a todos su recato, que su caridad hacia todos sea patente a cuan­tos temen a Dios, y que no hagan acepción alguna de personas.
 Que vuestros hijos sean educados según Cristo, que aprendan el gran valor que tiene ante Dios la humildad y lo mucho que aprecia Dios el amor casto, que compren­dan cuán grande sea y cuán hermoso el temor de Dios y cómo es capaz de salvar a los que se dejan guiar por él, con toda pureza de conciencia. Porque el Señor es escu­driñador de nuestros pensamientos y de nuestros deseos, y su Espíritu está en nosotros, pero cuando él quiere nos lo puede retirar.
 Todo esto nos lo confirma nuestra fe cristiana, pues el mismo Cristo es quien nos invita, por medio del Espíritu Santo, con estas palabras: Venid, hijos, escuchadme: os instruiré en el temor del Señor; ¿hay alguien que ame la vida y desee días de prosperidad? Guarda tu lengua del mal, tus labios de la falsedad; apártate del mal, obra el bien, busca la paz y corre tras ella.
 El Padre de todo consuelo y de todo amor tiene entra­ñas de misericordia para con todos los que lo temen y, en su entrañable condescendencia, reparte sus dones a cuan­tos a él se acercan con un corazón sin doblez. Por eso, huyamos de la duplicidad de ánimo, y que nuestra alma no se enorgullezca nunca al verse honrada con la abun­dancia y riqueza de los dones del Señor.


27 octubre 2013

Meditación ante un cuadro del Señor de los Milagros

P. Miguel Ángel Cadenas
P. Manolo Berjón

INTROITO.-
Los esclavos no son despreciables, simplemente no son gente. Esa chusma que se arremolinaba en los arrabales de la Lima colonial son poco menos que deshecho. El tiempo se encargará de olvidarlos. Mejor dicho: nadie sabrá que han vivido. Aquellos que han nacido para sufrir, a lo suyo; para el resto, “pan y circo”, que diría el romano. Y sin embargo, la mejor catequesis de la iglesia Católica peruana está perfectamente plasmada en ese cuadro. Ese cuadro pintado con dolor, sufrimiento, penalidades, desarraigo, olvido y sangre.

I.-
Estamos en el mes de octubre y los católicos de Santa Rita de Castilla se reúnen en las casas para rezar ante el cuadro Señor de los Milagros. Se organizan, rezan, invitan. Cada día es similar: recogen el cuadro de una casa, salen en procesión hacia otra casa previamente acordada, que desea recibir el cuadro. Entran y el dueño de casa “da unas palabras de bienvenida” a los asistentes. A continuación la celebración de la Palabra de Dios. Llaman la atención los cantos, las peticiones (siempre por la salud y “por mis hijos que están lejos de mi”, entre otras) y la predicación. La forma de predicar indígena es una vuelta a repetir el texto bíblico con otras palabras, nada de andar sacando conclusiones para hoy. Esta última hermenéutica será muy interesante, pero es occidental, y a los indios no parece interesarles. A continuación la dueña de casa, con alguna de sus hijas adolescentes, mujercitas, o conocidas de sus hijas, comparte algo: lo habitual es café y un pan, pero también puede ser gaseosa y galletas, upe y pan, entre otras. En ocasiones, en medio de la risa, se escucha decir: “ya estamos en el mes de octubre, el mes del engorde”. Mientras se reparte la comida se conversa de la vida misma. Los que desean aportan algo de dinero (lo común es entre S/. 0.10 y S/. 1.00). Sin ser obligatorio casi todos aportan. El 31 de octubre ese dinero sirve para una fiesta de todo el grupo. Finaliza el acto con un padrenuestro y las indicaciones de qué hogar visitar mañana. La “peruanidad” juega un rol importante en estos encuentros.

II.-
María, [todos los nombres están cambiados], tiene tres hijos: un joven de 19 años, una señorita de 12 y un niño de 7. Su marido trabaja en Lima desde hace un par de años, en uno de esos comercios de Mesa Redonda, cual “esclavo” moderno. Al principio el marido le enviaba algo de dinero, pero ahora ya hace un tiempo que no le gira. Ella cree que su marido, en lugar de enviarle dinero a ella, se lo envía a su mamá, suegra de la señora. Se le llenan los ojos de lágrimas al recordar la situación. No es el escenario más dramático. Ella se levanta muy temprano para hacer algo de comida que vender. Además se apoya en uno de esos programas gubernamentales que atienden a los niños menores de tres años en las casas, recibiendo una propina de por medio. Su hijo de 19 años trabaja en el Municipio, en uno de esos trabajos de economía sumergida. Con esfuerzo salen adelante, ¿y el desarraigo, la separación, la soledad?

José fue elegido para rezar en las noches en las familias que recibirán el Señor de los Milagros. Comenzó el mes de octubre, pero ha tenido que viajar “a la palma”. Su hijo promociona la secundaria este año y no tiene para pagar las cuotas de colaboración de la promoción. Quien piense que es una tontería le invitamos a vivir en un pueblo pequeño y sentirse aislado. Nos lo contaba su mujer una noche, ella es evangélica.

© Parroquia Santa Rita de Castilla, octubre 2013. Altar al Señor de los Milagros en un hogar de Santa Rita de Castilla

Federico tiene más de 50 años y sus hijos le han animado para viajar a Lima: “aquí hay trabajo, papi”, le han dicho. Su mujer decía que se ha ido para seis meses, “para hacer algo de plata”. Pasadas las primeras semanas no se acostumbra: “es muy penoso”, decía su mujer. Permanecerá un mes en Lima y luego regresará. Aquí le esperan su mujer, tres de sus hijos pequeños y varios nietos. Cuando se fue a Lima a su mujer le dejó “un costal de arroz” para que pudiera comer su familia. El último domingo de setiembre 2013 hizo de monitor en la eucaristía. Y en la introducción a la primera lectura del profeta Amós sentenció, en el mejor resumen que se puede hacer: “los millonarios hacen los que les da la gana”.
Lucila es una líder indígena que ha ido aprendiendo con los años. Su marido trabaja en la palma. Tiene cuatro hijos: el mayor intentó estudiar, pero no ha sido posible. El segundo no pudo terminar una carrera en la UNAP (Universidad de la Amazonía Peruana) por falta de presupuesto. Ha hecho de todo para conseguir dinero, pero no le alcanzó. El año pasado se casó en una iglesia evangélica en Iquitos. Su hija pequeña está estudiando en la UNAP con una beca y los apoyos propios de la Universidad para pueblos indígenas. Lucila vive a medio camino entre su comunidad, donde estudia su hija menor, e Iquitos donde están el resto de sus hijos. Su marido, en el departamento de San Martín, trabajando “en la palma”. “Le gusta que le exploten”, nos contaba un día Lucila, mientras pícaramente se reía, con esa risa que esconde mucho dolor.


© Parroquia Santa Rita de Castilla, octubre 2013. “Ganancias” de los que se van a trabajar a Palmas Shanusi, Alto Amazonas, dejando en su casa mujer e hijos, a varios días de distancia.

San José de Parinari ha sido diezmada en los últimos años, la migración a Lima está siendo tan intensa que se ven muchas mujeres solas con sus hijos. Para titular la comunidad nativa de Shapajilla deberían incluir varias quintas y habitaciones donde se hacinan los humildes en Lima. En otra comunidad, Eutimio nos preguntaba el otro día: “padre, mi hijo está en Lima y cobra S/. 800.00, pero no nos envía nada”. Eutimio no comprendía que con S/. 800.00 en Lima no alcanza para una vida digna.

III.-
“… se vació a sí mismo, tomando la condición de esclavo” (Flp. 2, 7)

Como un sonsonete que se repite incansablemente escuchamos lo de “para triunfar hay que esforzarse”. Y nos les falta razón. Pero, a Ti, Señor de los Milagros, no te sirven esas buenas intenciones. La dureza de la cruz, el agotamiento, el dolor… Que esa llaga en tu costado guarde todos los sufrimientos de este bajo Marañón.

Cómo nos sorprende esa corona en la cabeza de un crucificado. Cómo nos sorprende que para triunfar hay que dejar todo. Porque solo aquellos que dejan todo pueden encontrarse contigo. Trepas y calculadores pueden retirarse. Cómo acercarnos a Ti que no quieres componendas e insistes en pasar por la cruz. En estos tiempos nuestros no encajarías, hay que ser más positivo. Una pizquita de psicología, buenos consejos y un pellizquito de autoayuda para vivir “que son dos días”. Como le dijeron a Pablo: eso de la cruz es un escándalo y una locura. Otro día le vinieron a decir “mañana te escucharemos”. Y Pablo, con una fe acrisolada a prueba de bombas, insistía que para los que tienen fe es “fuerza y sabiduría de Dios” (1 Cor 1, 22-25).

Y de cruz, Señor de los Milagros, te presentamos a esta selva baja. En mayo 2013 declararon en “emergencia ambiental” el río Pastaza. En setiembre 2013, el río Tigre. El río Corrientes está dividido, ese trabajo que tan bien saben hacer quienes tienen intereses turbios. Como las autoridades de tu época en Jerusalén que gritaban: “que lo crucifiquen, que lo crucifiquen”, porque es más importante que muera uno solo por todo el pueblo. ¿Y el Marañón? Ya han llevado muestras de agua, suelo y sedimentos. Esperemos que no truquen los resultados, como durante varios años hizo la UNAP, porque uno ya no sabe.


© Parroquia Santa Rita de Castilla, octubre 2013. Capacitación de “movilizadoras”: voluntarias que atienden la salud materno-infantil en comunidades del bajo Marañón.

A pesar de nuestros fallos y debilidades, Señor de los Milagros, confiamos en Ti, con tus milagros, con tu poder, como te invocan en el bajo Marañón. Por eso te presentamos, Señor de los Milagros, a las familias de esta selva baja, roguemos al Señor.

P. Miguel Ángel Cadenas
P. Manolo Berjón
Parroquia de Santa Rita de Castilla
Río Marañon

26 octubre 2013

Corpora sanctorum (Canto hispánico)

El canto hispánico, también llamado mozárabe o visigodo, es una expresión musical propia de la liturgia hispánica, que tiene su origen en el reino visigodo.

Intérpretes: Schola antiqua




Liturgia de la Consagración del Altar
(Rito Visigótico)

Corpora sanctorum in pace sepulta sunt,
et nomen eorum manet in aeternum.
Alleluia, alleluia.

V/. Omnes isti in generationibus gentis
suae gloriam adepti sunt,
et in diebus suis habentur in laudibus.
Et nomen eorum manet in aeternum.
Alleluia, alleluia.

V/. Usque in aeternum manet semen eorum
et gloria eorum non derelinquetur.
Et nomen eorum manet in aeternum.
Alleluia, alleluia.


Los cuerpos de los santos están sepultos en paz,
y su nombre permanece para siempre.
¡Aleluya, aleluya!

V/. Todos esos alcanzaron la gloria
en las generaciones de su estirpe y en sus días son alabados.
Y su nombre permanece para siempre.
¡Aleluya, aleluya!

V/. Eternamente subsiste su descendencia
y su gloria no será abandonada.

Y su nombre permanece para siempre.
¡Aleluya, aleluya!

25 octubre 2013

El cisma de Occidente (I)

Francisco Javier Bernad Morales

El retorno del papado a Roma fue seguido de inmediato por una crisis gravísima a la que hemos dado el nombre de cisma de Occidente, y durante la cual llegaron a disputarse hasta tres pontífices la cátedra de San Pedro.

Ya vimos en al artículo dedicado al papado de Aviñón que la elección de Bartolomé Prignano (abril de 1378), quien tomó el nombre de Urbano VI se había desarrollado en un ambiente de violencia, en el que el pueblo llegó a ocupar la planta inferior del palacio donde se celebraba el cónclave. El nuevo papa, el último en ser elegido sin pertenecer al colegio cardenalicio, era napolitano, lo que no desagradaba a los habitantes de Roma, quienes en ningún modo estaban dispuestos a admitir a un francés, y además gozaba de fama por la santidad de sus costumbres. Sin embargo, era una persona irritable que pronto se enemistó con los cardenales, a quienes reprochaba de manera agria y hasta ofensiva el lujo en que vivían. Trató también de manera desconsiderada al embajador de Nápoles, ya que a su juicio aquel reino estaba mal gobernado, pues tenía a su frente una mujer.

Pretextando el calor, los cardenales abandonaron Roma a principios del verano y, tras reunirse primero en Anagni y luego en Fondi, exigieron a Urbano VI que renunciara, aduciendo que su elección quedaba invalidada por las circunstancias en que se había producido. Ante la negativa de este, lo depusieron y eligieron en su lugar a Roberto de Ginebra, considerado antipapa, que adoptó el nombre de Clemente VII (20 de septiembre de 1378).

Clemente VII armó inmediatamente un ejército que marchó sobre Roma, donde sus partidarios ocupaban el castillo de Sant’Angelo, pero las armas favorecieron a Urbano, quien alcanzó dos importantes victorias en febrero y abril de 1379, que obligaron a su rival a abandonar Italia y establecerse en Aviñón. La obediencia de la cristiandad quedó dividida entre los dos pontífices. Francia, Escocia y Castilla apoyaron desde el principio a Clemente, en tanto que Inglaterra, Polonia, Hungría y los países escandinavos se mantenían fieles a Urbano. Aragón esperó a 1390 para alinearse con Clemente, mientras que Portugal y Nápoles cambiaron de bando en varias ocasiones, al igual que la mayoría de las ciudades italianas.

En los años siguientes ambas partes persiguieron el sometimiento del adversario por medio de las armas en lo que se ha dado en llamar via facti para recuperar la unidad. Urbano llegó incluso a otorgar el título de cruzados a quienes luchaban a su lado. Aunque también hubo combates en Flandes y en Castilla, Italia fue el principal teatro de operaciones. Allí Urbano apoyó a Carlos de Durazzo contra la reina Juana de Anjou en la lucha por el trono de Nápoles, aunque pronto se enemistó con él. Cuando en  1389 murió el papa de Roma, los cardenales que él había creado desaprovecharon la oportunidad de terminar con el cisma y eligieron a Bonifacio IX. Otro tanto ocurrió con el papado de Aviñón, pues al fallecimiento de Clemente, sus cardenales nombraron al aragonés Pedro Martínez de Luna, Benedicto XIII.

24 octubre 2013

Cantiga 291

Cantiga 291 de Alfonso X el Sabio interpretada por el Quarteto de Urueña.

23 octubre 2013

Aprite le porte a Cristo

Hoy nos hacemos eco de la festividad del Beato Juan Pablo II, celebrada ayer por la Iglesia Católica, presentando este vídeo con imágenes sobre su vida y la interpretación por el Coro de Roma del himno dedicado a él.

22 octubre 2013

Oración del misionero


Señor, cuando nos mandas a sembrar,
rebosan nuestras manos de riqueza:
tu Palabra nos llena de alegría
cuando la echamos en la tierra abierta.
Señor, cuando nos mandas a sembrar,
sentimos en el alma la pobreza:
lanzamos la semilla que nos diste
y esperamos inciertos la cosecha.
Y nos parece que es perder el tiempo
este sembrar de insegura espera.
Y nos parece que es muy poco el grano
para la inmensidad de nuestras tierras.
Y nos aplasta la desproporción
de tu mandato frente a nuestras fuerzas.
Pero la fe nos hace comprender
que estás a nuestro lado en la tarea.
Y avanzamos sembrando por la noche
y por la niebla matinal. Profetas
pobres, pero confiados en que Tú
nos usas como humildes herramientas.
Gloria a Ti, Padre bueno, que nos diste
a tu Verbo, semilla verdadera.
y por la Gracia de tu Santo Espíritu
la siembras con nosotros en la Iglesia.
Amén.


 Grupo misionero San Pablo

21 octubre 2013

El papado de Aviñón (y 2)

Francisco Javier Bernad Morales

Si bien en aquellos tiempos Aviñón no pertenecía al reino de Francia del que se hallaba separada por el Ródano, el traslado de la sede pontificia estuvo acompañado por un desmesurado crecimiento de la influencia francesa en los asuntos de la Iglesia, como lo prueba el hecho de que de los ciento diez cardenales nombrados entre 1316 y 1375, noventa tuvieran esa procedencia[1], al igual que los siete papas del período.

Tras la muerte de Felipe IV, las relaciones con la monarquía fueron buenas, sin que se produjera ningún conflicto de importancia. Aviñón era, además, una ciudad pacífica, fácil de defender y mejor comunicada que Roma con la mayor parte de los reinos europeos. Aunque, como es natural, los papas mantuvieran vivo el deseo de retornar a sus estados italianos, el exilio no les resultó en absoluto penoso. Fruto de una literatura polémica, ha quedado una imagen negativa del papado de Aviñón, que no parece ajustarse totalmente a la realidad. No todos los pontífices fueron alegres vividores preocupados tan solo por aumentar su poder y riqueza. Al contrario, hubo entre ellos hombres virtuosos. Todos coincidieron, eso sí, en el intento de incrementar su control sobre las iglesias locales y en el agobio por los problemas financieros, dada la desproporción entre los recursos y los ingentes gastos provocados por las intervenciones en Italia y la construcción del palacio pontificio. Esto llevó a evidentes abusos, como la dispensa a los obispos de la visita a sus diócesis a cambio de sumas de dinero, o el cobro de tasas a los clérigos nombrados para ocupar un cargo.

Durante el pontificado de Juan XXII, los problemas de Italia se solaparon con los de Alemania, donde desde 1314 se disputaban la corona imperial Luis de Baviera y Federico de Austria. Aunque este último renunció a sus pretensiones en 1325, Juan XXII se negó a coronar a Luis IV a quien excomulgó y acusó de herejía por el apoyo dado a Guillermo de Occam y Miguel de Cesena[2]. El emperador respondió ocupando Roma y haciendo proclamar al antipapa[3] Nicolás V, pero una sublevación popular le obligó a abandonar la ciudad (1328). Benedicto XII (1334-1342) intentó recuperar posiciones en Italia por medios diplomáticos, en tanto que su sucesor, Clemente VI (1342-1352) hubo de hacer frente al movimiento republicano dirigido por Cola di Rienzo  (1347). Si bien en un primer momento el papa se mostró favorable a una revuelta que debilitaba a las grandes familias romanas, pronto cambió de opinión y prefirió aliarse con la nobleza, declarando hereje al tribuno. Este, que comenzaba a perder el favor popular, se vio obligado a huir y encontró refugio entre los fraticelli[4]. Tras un tiempo, los abandonó para marchar a Alemania, donde esperaba encontrar apoyo en el emperador Carlos IV, pero este lo hizo detener y lo entregó al papa.  La muerte del pontífice le evitó la condena, ya que su sucesor, Inocencio VI, pensó que podía serle útil para someter a la aristocracia y lo envió a Roma junto con el cardenal Gil Álvarez de Albornoz al frente de un ejército de mercenarios. Recibido con entusiasmo por el pueblo, fue nombrado dictador. Pronto se rompió el encanto y a los pocos meses una revuelta terminó con su vida. Con todo, se habían puesto las bases que permitieron en los años siguientes  que Gil Álvarez de Albornoz recuperara la mayor parte de los Estados Pontificios. Fue un triunfo efímero, pues a la muerte del cardenal (1367), ya bajo Urbano V, el centro de Italia se sumió de nuevo en la inestabilidad.

Urbano V deseó instalarse en Roma, ciudad a la que llegó en 1367, pero  encontró un ambiente intranquilo, lo que le impulsó al cabo de tres años a volver al apacible Aviñón. El retorno a Roma se produjo bajo su sucesor, Gregorio XI (1370-1378). Fue una decisión tomada bajo el influjo de Santa Catalina de Siena, pero la situación en la ciudad distaba mucho de la tranquilidad y el papa llegó a temer por su seguridad, por lo que planeó la vuelta a Aviñón; algo que la muerte le impidió realizar.

El cónclave para elegir un nuevo papa se desarrolló con los cardenales profundamente enfrentados y sometidos a la presión tumultuosa del pueblo romano, temeroso de que si era elegido un francés, el papado retornara a Aviñón. Finalmente, fue elegido el arzobispo de Bari, Bartolomeo de Prignano, quien adoptó el nombre de Urbano VI. De nuevo Roma era la sede pontificia, pero la división del colegio cardenalicio anunciaba ya el inminente cisma. 





[1] RAPP, Francis, La Iglesia y la vida religiosa en Occidente a fines de la Edad Media, Barcelona, Labor, 1973, p. 11.
[2] Franciscanos, Guillermo de Occam, opuesto al aristotelismo tomista, fue uno de los más grandes filósofos medievales, en tanto que Miguel de Cesena ocupó el puesto de ministro general de la orden. Ambos, junto con Bonagracia de Bérgamo, adoptaron en principio una posición conciliadora tendente a evitar la condena de los franciscanos espirituales, quienes afirmaban que Cristo y los Apóstoles no  habían poseído nada ni privada ni comunitariamente y defendían una interpretación literal y extrema de la regla de su orden. Pero obligados a tomar una postura clara, terminarán defendiendo las tesis de los espirituales y declarando hereje a Juan XXII. Los tres permanecieron confinados en Aviñón de donde pudieron huir gracias a la ayuda de Luis de Baviera.
[3] Antipapa es quien pretende ocupar el lugar del papa sin haber sido elegido canónicamente. Es preciso no confundir al antipapa Nicolás V, que se sometió a Juan XXII en 1330 y terminó sus días en Aviñón, con el papa Nicolás V, pontífice entre 1447 y 1455.
[4] Los fraticelli eran un grupo radical surgido de los franciscanos espirituales durante el pontificado de Juan XXII. Llevaban al extremo el ideal de pobreza y distinguían entre una iglesia carnal y otra espiritual. Fueron condenados como herejes. Las disputas en torno a la interpretación del ideal de pobreza franciscano aparecen retratadas de una manera extremadamente sugerente en la novela de Umberto Eco, El nombre de la rosa.

19 octubre 2013

Ofrenda pura y auténtico sacrificio

San Agustín

Verdadero sacrificio es toda obra que se hace con el fin de unirnos a Dios en santa sociedad, es decir, toda obra relacionada con aquel supremo bien, mediante el cual llegamos a la verdadera felicidad. Por ello, incluso la misma misericordia que nos mueve a socorrer al hermano, si no se hace por Dios, no puede llamarse sacrificio. Porque, aun siendo el hombre quien hace o quien ofrece el Sacrificio éste, sin embargo, es una acción divina, como nos lo indica la misma palabra con la cual llamaban los antiguos latinos a esta acción. Por ello, puede afirmarse que incluso el hombre es verdadero sacrificio cuando está consagrado a Dios por el bautismo y está dedicado al Señor, ya que entonces muere al mundo y vive para Dios. Esto, en efecto, forma parte de aquella misericordia que cada cual debe tener para consigo mismo, según está escrito: Ten compasión de tu alma agradando a Dios.

Si, pues, las obras de misericordia para con nosotros mismos o para con el prójimo, cuando están referidas a Dios, son verdadero sacrificio, y, por otra parte, sólo son obras de misericordia aquellas que se hacen con el fin de librarnos de nuestra miseria y hacernos felices (cosa que no se obtiene sino por medio de aquel bien, del cual se ha dicho: Para mí lo bueno es estar junto a Dios), resulta claro que toda la ciudad redimida, es decir, la congregación o asamblea de los santos, debe ser ofrecida a Dios como un sacrificio universal por mediación de aquel gran sacerdote que se entregó a sí mismo por nosotros, tomando la condición de esclavo, para que nosotros llegáramos ser cuerpo de tan sublime cabeza. Ofreció esta forma esclavo y bajo ella se entregó a sí mismo, porque sólo según ella pudo ser mediador, sacerdote y sacrificio.

Por esto, nos exhorta el Apóstol a que ofrezcamos nuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable, y a que no nos conformemos con este siglo, sino que nos reformemos en la novedad de nuestro espíritu. Y para probar cuál es la voluntad de Dios y cuál el bien y el beneplácito y la perfección, ya que todo este sacrificio somos nosotros, dice: Por la gracia de Dios que me ha sido dada os digo a todos y a cada uno de vosotros: No os estiméis en más de lo que conviene, sino estimaos moderadamente, según la medida de la fe que Dios otorgó a cada uno. Pues así como nuestro cuerpo, en unidad, posee muchos miembros, y no desempeñan todos los miembros la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo, pero cada miembro está al servicio de los otros miembros. Los dones que poseemos son diferentes, según la gracia que se nos ha dado.

Éste es el sacrificio de los cristianos: la reunión de muchos, que formamos un solo cuerpo en Cristo. Este misterio es celebrado también por la Iglesia en el sacramento del altar, del todo familiar a los fieles, donde se demuestra que la Iglesia, en la misma oblación que hace, se ofrece a sí misma.

La Ciudad de Dios Libro 10,6


17 octubre 2013

16 octubre 2013

El Señor está conmigo. (Himno luterano)

No se conoce a ciencia cierta el lugar de nacimiento de Dietrich Buxtehude (1637-1707), autor de esta pieza, quizá Holstein (Alemania), quizá Escania (Suecia), aunque en ambos casos en aquellos tiempos se trataba de territorio de la monarquía danesa. Fue organista en Helsingborg (1657-1658), Elsinor (1660-1668) y Lübeck (1668 en adelante). Georg Friedrich Händel, Johann Mattheson y Johann Sebastian Bach viajaron a Lübeck para conocerle.

14 octubre 2013

13 octubre 2013

El papado de Aviñón (1)

Francisco Javier Bernad Morales

Pese a que las palabras de Jesús recogidas en Mateo 22,21 apuntan claramente a la necesidad de separar el poder temporal y los asuntos espirituales[1], la historia de la cristiandad es, bajo cierto aspecto, la del conflicto entre ambos. Al respecto, a todos se nos vienen inmediatamente a la cabeza ciertas imágenes de inusitada fuerza expresiva: la de San Ambrosio negando la comunión a Teodosio mientras no hiciera penitencia por la matanza de Tesalónica; la de Enrique IV humillado en Canosa sobre la nieve ante el papa Gregorio VII, o la de las tropas del emperador Carlos V saqueando Roma como si fueran una horda bárbara. Son solo algunos ejemplos harto conocidos que ilustran las difíciles relaciones entre unos príncipes colocados, según la ideología de la época, al frente de sus estados por la gracia divina, y el vicario de Cristo.

Una de estas luchas estalló en 1296 cuando el rey francés Felipe IV, acuciado por graves necesidades financieras, intentó establecer un impuesto sobre los bienes del clero, lo que motivó que el papa Bonifacio VIII le recordara que no podía implantar una medida así sin su consentimiento. Aunque el pontífice pronto adoptó una posición conciliadora, el enfrentamiento resurgió en 1301, al ordenar el rey el arresto del obispo Saisset, acusado de traición. La situación se complicó a causa de la hostilidad hacia el papa de la poderosa familia romana de los Colonna, quienes le acusaron de haber causado la muerte de su antecesor Celestino V[2]. Bonifacio excomulgó a Felipe, en tanto que este, con ayuda de los Colonna, hacía a sus tropas ocupar la ciudad de Anagni, donde aquel se encontraba. El papa fue insultado y quizá incluso abofeteado, pero la reacción popular hizo huir a los agresores y Bonifacio pudo regresar a Roma, donde murió poco después (1303).

Su sucesor, Benedicto XI, levantó las censuras sobre el rey, pero eso no satisfizo a este, que buscaba no el perdón, sino la condena póstuma de Bonifacio y el agradecimiento de la Iglesia. La prematura muerte del nuevo pontífice (1304) obligó a reunir el cónclave en un momento en que los cardenales estaban divididos en dos grupos aparentemente inconciliables: de un lado aquellos que querían infligir un duro castigo a los enemigos de Bonifacio y de otro, quienes deseaban mejorar las relaciones con Felipe IV. Tras once meses de discusiones, llegaron a la conclusión de que ninguno de ellos alcanzaría la mayoría suficiente, y decidieron ofrecer la tiara al arzobispo de Burdeos, quien adoptó el nombre de Clemente V.

Pese al talente conciliador del nuevo pontífice, los conflictos con el rey de Francia continuaron, agravados ahora por la pretensión de este de terminar con la orden del Temple. Además de rica, era esta impopular y su fe resultaba sospechosa. Sin duda, los motivos económicos pesaron en el ánimo de Felipe IV, pero junto a ellos no podemos descartar el deseo de presentarse, al igual que en el caso de Bonifacio VIII, como benefactor del catolicismo y afirmar su superioridad sobre el papado. Tras ordenar el arresto de los caballeros templarios en Francia, consiguió por medio de la tortura que estos confesaran toda clase de crímenes, pero esa intromisión motivó la protesta de Clemente. Finalmente, sometido a duras presiones, el papa aceptó que la suerte de la orden se decidiera en un concilio. Sin embargo, Felipe IV no esperó a que este se reuniera y en mayo de 1310 hizo morir en la hoguera a cincuenta y cuatro caballeros. Cuando por fin comenzaron las sesiones del concilio en Vienne, se constituyó una comisión que exigió oír a los acusados, lo que fue rechazado por el rey. Ante esta situación, Clemente, temeroso de quedar relegado a un segundo plano en lo que tomaba visos de convertirse en un conflicto entre Felipe y el concilio, decidió suprimir la orden por propia iniciativa. Tras esto, en marzo de 1314, el gran maestre Jacques de Molay fue quemado vivo en París después de proclamar la inocencia de la orden. El papa falleció en abril, y Felipe le siguió en noviembre. Esta proximidad en las fechas originó la leyenda de que el gran maestre los había emplazado ante el tribunal de Dios.

Ya desde 1309, el papa se había establecido en Aviñón para escapar a los enfrentamientos entre las familias romanas de los Colonna y los Orsini y para seguir más de cerca los acontecimientos de Francia. Lo que se preveía como un cambio circunstancial de residencia, se convirtió, sin embargo, en una larga estancia, pues Aviñón permaneció como sede pontificia hasta que en 1378, Gregorio XI decidió el regreso a Roma.




[1] Pues pagad al emperador lo del emperador, y a Dios lo de Dios.
[2] Celestino V había sido papa durante cinco meses en 1294. Tras su renuncia,  el cónclave eligió para sucederle a Bonifacio VIII, quien al poco tiempo lo hizo encarcelar. Murió el 2 de mayo de 1296 y fue canonizado en 1313 durante el pontificado de Clemente V.

12 octubre 2013

Himno a la Virgen del Pilar

Virgen Santa, Madre mía.
Luz hermosa, claro día.
Que la tierra aragonesa
te dignaste visitar,
este pueblo que te adora,
de tu amor favor implora,
y te aclama y te bendice
abrazada a tu Pilar.
Pilar sagrado
Faro esplendente,
Rico presente
de caridad,
Pilar bendito
Trono de gloria.
Tú a la victoria
Nos llevarás.
Cantad, cantad
Himnos de honor y alabanza 
A la Virgen del Pilar.

11 octubre 2013

Segundo centenario del nacimiento de Giuseppe Verdi

Nos unimos a la celebración del segundo centenario del nacimiento de Giuseppe Verdi con esta interpretación del Va pensiero, dirigida por el maestro Pappano en la plaza del Plebiscito de Nápoles.



La letra, escrita por Temistocle Solera, está inspirada en el salmo 137. Esta es su traducción al español.


¡Ve, pensamiento, con alas doradas,
pósate en las praderas y en las cimas
donde exhala su suave fragancia
el dulce aire de la tierra natal!
¡Saluda las orillas del Jordán
y las destruidas torres de Sión!
¡Oh, mi patria, tan bella y perdida!
¡Oh recuerdo tan caro y fatal!
Arpa de oro de fatídicos vates,
¿por qué cuelgas muda del sauce?
Revive en nuestros pechos el recuerdo,
¡Que hable del tiempo que fue!
Al igual que el destino de Sólima
Canta un aire de crudo lamento
que te inspire el Señor un aliento,
que al padecer infunda virtud,
que al padecer infunda virtud,
que al padecer infunda virtud,
al padecer, la virtud!.

10 octubre 2013

Gloria a Dios en el cielo

Con este canto de la misa Siro-Maronita Antioquena (católica) en árabe, queremos una vez más recordar el sufrimiento de nuestros hermanos en Siria, Egipto, Irak y Líbano.

08 octubre 2013

Oración por los inmigrantes

Papa Francisco
Oh María, Estrella del Mar, una vez más recurrimos a ti,
para encontrar refugio y serenidad, para implorar amparo y socorro.
Madre de Dios y Madre nuestra,
dirige tu dulcísima mirada a todos los que cada día afrontan los peligros del mar
para garantizar a sus familias el sustento necesario para la vida, para tutelar el respeto de la creación, para servir a la paz entre los pueblos.
Protectora de los migrantes e itinerantes,
ayuda con atención materna a los hombres, mujeres y niños obligados a huir de sus tierras en busca de futuro y de esperanza.
Que el encuentro con nosotros y nuestros pueblos no se transforme en fuente de nuevas y más graves esclavitudes y humillaciones.
Madre de Misericordia,
implora perdón para nosotros, que, cegados por el egoísmo,
ensimismados en nuestros intereses y prisioneros de nuestros temores,
estamos distraídos ante las necesidades y sufrimientos de los hermanos.
Refugio de los pecadores,   obtén la conversión del corazón
de los que generan guerras, odio y pobreza, explotan a los hermanos y sus fragilidades,
hacen de la vida humana indigno comercio.
Modelo de caridad, bendice a los hombres y mujeres de buena voluntad,
que acogen y sirven a los que llegan a esta tierra: que el amor recibido y donado sea semilla de nuevos lazos fraternales
y aurora de un mundo de paz.
Amén.

07 octubre 2013

Jerusalén

Presentamos el tráiler de la película Jerusalén de National Geographic. Está en inglés, pero lo importante es la belleza de las imágenes. Recomendamos verlo a pantalla completa.

06 octubre 2013

El Papa Francisco a las claras

Francisco habla con la voz de los profetas.



Si un chico tiene hambre y le falta educación, lo que nos debe preocupar es que deje de tener hambre y tenga educación. Si la educación se la dan los católicos, los protestantes, los ortodoxos o los judíos, no me importa. Lo que me importa es que lo eduquen y que le quiten el hambre.

05 octubre 2013

Estáis salvados por la gracia

San Policarpo

Policarpo y los presbíteros que están con él a la Iglesia Dios que vive como forastera en Filipos: Que la misericordia y la paz, de parte de Dios todopoderoso y de Jesucristo, nuestro salvador, os sean dadas con toda plenitud.
Sobremanera me he alegrado con vosotros, en nuestro Señor Jesucristo, al enterarme de que recibisteis a quienes son imágenes vivientes de la verdadera caridad y de que asististeis, como era conveniente, a quienes estaban cargados de cadenas dignas de los santos, verdaderas diademas de quienes han sido escogidos por nuestro Dios y Señor. Me he alegrado también al ver cómo la raíz vigorosa de vuestra fe, celebrada desde tiempos antiguos, persevera hasta el día de hoy y produce abundantes frutos en nuestro Señor Jesucristo, quien, por nuestros pecados, quiso salir al encuentro de la muerte, y Dios lo resucitó, rompiendo las ataduras de la muerte. No lo veis, y creéis en él con un gozo inefable y transfigurado, gozo que muchos desean alcanzar, sabiendo como saben que estáis salvados por su gracia, y no se debe a las obras, sino a la voluntad de Dios en Cristo Jesús.
Por eso, estad interiormente preparados y servid al Señor con temor y con verdad, abandonando la vana palabrería y los errores del vulgo y creyendo en aquel que resucitó a nuestro Señor Jesucristo de entre los muertos y le dio gloria, colocándolo a su derecha; a él le fueron sometidas todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, y a él obedecen todos cuantos tienen vida, pues él ha de venir como juez de vivos y muertos, y Dios pedirá cuenta de su sangre a quienes no quieren creer en él.

Aquel que lo resucitó de entre los muertos nos resucitará también a nosotros, si cumplimos su voluntad y caminamos según sus mandatos, amando lo que él amó y absteniéndonos de toda injusticia, de todo fraude, del amor al dinero, de la maldición y de los falsos testimonios, no devolviendo mal por mal, o insulto por insulto, ni golpe por golpe, ni maldición por maldición, sino recordando más bien aquellas palabras del Señor, que nos enseña: No juzguéis, y no os juzgarán; perdonad, y seréis perdonados; compadeced, y seréis compadecidos. La medida que uséis la usarán con vosotros. Y: Dichosos los pobres y los perseguidos, porque de ellos es el reino de Dios.

Carta de San Policarpo a los Filipenses

04 octubre 2013

San Francisco de Asís. Cántico de las criaturas

San Francisco de Asís, cuya fiesta celebramos hoy, compuso este cántico en 1224. Escrito en dialecto umbro, se trata de una de las primeras obras literarias en italiano.

Altísimo y omnipotente buen Señor,
tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición.
A ti solo, Altísimo, te convienen
y ningún hombre es digno de nombrarte.

Alabado seas, mi Señor, en todas tus criaturas,
especialmente en el Señor hermano sol,
por quien nos das el día y nos iluminas.
Y es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.

Alabado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento
y por el aire y la nube y el cielo sereno y todo tiempo,
por todos ellos a tus criaturas das sustento.

Alabado seas, mi Señor por la hermana agua,
la cual es muy humilde, preciosa y casta.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual iluminas la noche,
y es bello y alegre y vigoroso y fuerte.

Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra,
la cual nos sostiene y gobierna
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.

Alabado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor,
y sufren enfermedad y tribulación;
bienaventurados los que las sufran en paz,
porque de ti, Altísimo, coronados serán.

Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar.
Ay de aquellos que mueran en pecado mortal.
Bienaventurados a los que encontrará
en tu santísima voluntad
porque la muerte segunda no les hará mal.
Alaben y bendigan a mi Señor
y denle gracias y sírvanle con gran humildad. 

02 octubre 2013

Agustín Bea, una figura clave en el ecumenismo

Francisco Javier Bernad Morales

Tengo en mis manos la tesina del padre Nolasco Msemwa, sacerdote de nuestra parroquia, dedicada a la figura del cardenal Bea (1881-1968) y en particular al estudio de su contribución al ecumenismo en el marco de la profunda renovación desarrollada por el Concilio Vaticano II[1].  Con ella como guía intentaré acercar al lector a este personaje singular, un auténtico sabio, que consagró su vida al estudio de la Biblia y al diálogo no solo con los otros cristianos, aquellos que no pertenecen a la Iglesia Católica, sino también con los adeptos a otras religiones. Hombre de mente abierta, supo apreciar en ellas una riqueza espiritual que hasta entonces los católicos, encerrados en una actitud defensiva frente al mundo, apenas habían vislumbrado, o que incluso habían negado con la soberbia de quien posee una verdad que los demás no pueden sino aceptar.

Fueron estas cualidades las que llevaron a Juan XXIII a nombrarlo cardenal en 1959 y al año siguiente, director del Secretariado para la Unión de los Cristianos. En este mismo año, el Papa le encargó también la preparación de un borrador sobre las relaciones con los judíos. Así, este jesuita alemán de familia humilde, tras desarrollar una brillante carrera intelectual que le había llevado a presidir durante veinticinco años el Pontificio Instituto Bíblico, se convertía  en uno de los principales actores del Concilio.

Analiza Nolasco Msemwa de manera detenida el papel desempeñado por Bea en la elaboración de algunos importantes documentos del Concilio, tales como las constituciones Dei  Verbum, sobre la Divina Revelación, Gaudium et spes, sobre el mundo actual, el decreto Unitatis redintegratio, sobre el ecumenismo, o las declaraciones Nostra aetate, sobre las relaciones con las religiones no cristianas, y Dignitatis humanae, sobre la libertad religiosa. Fue una labor ingente, plagada de dificultades debidas sobre todo a la oposición de los sectores más conservadores agrupados en torno al cardenal Ottaviani. En ella, Bea se mostró no tan solo como un erudito profundo conocedor de la Escritura, dispuesto a escuchar las opiniones ajenas, sino también como un hombre tenaz y combativo. Sus posiciones escandalizaron a muchos tradicionalistas que llegaron a acusarle en la prensa de masón, hereje y enemigo de la Iglesia, pero las presiones no hicieron mella en él, que siguió adelante con la tarea encomendada, mostrando así el acierto de Juan XXIII al elegirlo.





[1] MSEMWA, Nolasco, La contribución del cardenal Agustín Bea para la unidad de los cristianos a la luz del Concilio Vaticano II, Universidad Pontificia Comillas-Madrid, Facultad de Teología, mayo 2013.

01 octubre 2013

Levántame Señor

Fray Miguel de Guevara (1585-1646) nacido en el virreinato de Nueva España (México) profesó como agustino en 1611. Destacó no solo como poeta, sino también como estudioso de las lenguas indígenas. Ha llegado hasta nosotros una obra sobre el modo de aprender el matlazinga y sabemos que también escribió vocabularios de tarasco y náhuatl, desgraciadamente perdidos.
A continuación recogemos uno de sus sonetos.

Levántame Señor

Levántame, Señor, que estoy caído,
sin amor, sin temor, sin fe, sin miedo;
quiérome levantar y estoyme quedo:
yo propio lo deseo y yo lo impido.

Estoy, siendo uno solo, dividido:
a un tiempo muerto y vivo, triste y ledo;
lo que puedo hacer, eso no puedo;
huyo del mal y estoy en él metido.

Tan obstinado estoy en mi porfía,
que el temor de perderme y de perderte
jamás de mi mal uso me desvía.

Tu poder y bondad truequen mi suerte
que en otros veo enmienda cada día,
y en mí, nuevos deseos de ofenderte.