31 agosto 2012

¿Sembrando para... cosechar sueños?

Carmen Sáez Gutiérrez


Se acaban las vacaciones y todos nos preparamos para la vuelta a la rutina diaria y, en estos días, prestamos especial atención a los niños que abandonan su periodo de descanso y se esfuerzan en tener todo listo, con la ayuda de la familia, para iniciar las clases en las mejores condiciones posibles. Esto que es lo habitual en nuestro entorno, no lo es así en muchos lugares del mundo, pues los más pequeños carecen de uno de los derechos más elementales como es la educación. Se ven obligados a trabajar para subsistir y ayudar a sus familias, y la cifra de niños en esta situación , a nivel mundial, es alarmante, son 218 millones los niños de 5 a 17 años de edad  que trabajan para sobrevivir, de los que 126 millones lo hacen en condiciones peligrosas de seguridad y en situación de servidumbre, en ocasiones, separados de sus familias. Nosotros desde aquí,  queremos llamar la atención sobre este hecho dramático para tomar conciencia de forma individual  y colaborar, en la medida de nuestras posibilidades, en denunciarlo y crear también una cultura de rechazo hacia esta situación. Con el fin de acercarnos al problema y sensibilizarnos de alguna manera, presentamos un vídeo elaborado por la OIT y Cáritas, con el testimonio de muchos niños que viven así su pobreza.

30 agosto 2012

Bienvenida a D. José Rico Pavés


Desde este blog queremos dar la bienvenida y expresar nuestra acogida al nuevo obispo auxiliar de nuestra diócesis de Getafe, la más joven de Europa, D. José Rico Pavés. Él también es un obispo joven -46 años- y, a juzgar por su trayectoria en el sacerdocio, tenemos la seguridad de que formará buen equipo con D. Joaquín para afrontar los retos de la nueva evangelización.
A fin de conocer datos sobre su biografía, se puede consultar el siguiente enlace a la página web de la diócesis de Getafe.

29 agosto 2012

Totalitarismo y relativismo moral


Francisco Javier Bernad Morales

En nuestras modernas sociedades democráticas occidentales, se extiende progresivamente la idea de que cada sociedad o cada cultura genera sus propias normas morales y no existe ninguna escala axiológica que permita  determinar la superioridad de unas sobre otras. De ahí se sigue el corolario de que es absurdo interrogarse por los principios éticos que informan la moral; lo cual tiene como consecuencia práctica que, olvidados los grandes principios, tendamos a regir nuestro comportamiento por un tibio hedonismo, y que renunciemos a juzgar los ajenos en tanto no nos afecten directamente. En parte se trata de una reacción, en su inicio saludable, contra el agobiante normativismo de épocas pasadas y contra la arrogancia con que los europeos nos hemos relacionado tradicionalmente con el resto de las culturas. Curiosamente, el eurocentrismo que de esta manera creíamos superar, se cuela por la puerta de atrás. Abrumados por un sentimiento de culpabilidad histórica, suponemos que nuestra cultura judeocristiana es la causante de los males del mundo y, sin proponérnoslo, aceptamos que los seres humanos ajenos a ella, meras víctimas de nuestra soberbia, no son responsables de sus actos, con lo que, a nuestros ojos, quedan convertidos en buenos salvajes, cuyo estado de inocencia es necesario preservar.

El relativismo moral, aunque a menudo se presente como condición de la democracia, es una consecuencia de las ideologías que conciben a la humanidad como segmentada en colectivos étnicos, culturales o religiosos netamente definidos y excluyentes, siendo la pertenencia a uno de estos grupos, lo que determina los derechos y las obligaciones de los individuos, así como su sistema de valores. En ese sentido conecta con la pesadilla totalitaria del siglo XX. La idolatría de la raza condujo al nazismo no tan solo a una jerarquización de los grupos humanos, sino a la exclusión de algunos de ellos -judíos, gitanos-, rebajados a la categoría de alimañas a las que se debía exterminar. Pero, por el momento, aunque su ascenso resulta preocupante, el totalitarismo nazi tan solo seduce a grupos marginales muy alejados de la sensibilidad progresista generalmente abrazada por los partidarios del relativismo. Estos se hallan, en cambio, influidos por la otra gran corriente totalitaria: el marxismo.

Al contrario del nazismo, el marxismo no recurre a la genética para justificar la escisión de la humanidad, sino a una argumentación más sutil y, al menos en apariencia, intelectualmente respetable. Quizá, sea esto lo que, unido al papel de la Unión Soviética en la II Guerra Mundial, explique que aún persista su influencia, aunque en los actuales tiempos de pensamiento débil, esta no presente ya el carácter de una ideología cerrada y omnicomprensiva.

El ataque de Marx a la universalidad de los principios éticos se fundamenta en una concepción de la naturaleza humana, expresada con claridad en el Prólogo de la Contribución a la Crítica de la Economía Política (1859):

No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es el que determina su conciencia.

El ser social a que se refiere se edifica a partir de las relaciones necesarias e involuntarias que los hombres establecen en el proceso de producción. Ahora bien, en la sociedad capitalista, la estructura económica implica la existencia de dos grupos opuestos: los explotadores, propietarios de los medios de producción, y los explotados, poseedores tan solo de su fuerza de trabajo y obligados para subsistir a ponerla al servicio de los primeros. Puesto que toda la superestructura jurídica y política nace de esta distinción radical, las normas son instrumentos destinados a perpetuarla. Dicho de otra manera, no existe la posibilidad de unos principios éticos de aplicación universal en tanto que la humanidad continúe escindida en clases sociales. Ya en 1847, había formulado tal idea en La miseria de la filosofía:

Los mismos hombres que establecen las relaciones sociales conforme a su productividad material producen también los principios, las ideas, las categorías, conforme a sus relaciones sociales.
Así, estas ideas, estas categorías resultan tan poco eternas como las relaciones que expresan. Son productos históricos y transitorios.

La humanidad solo comenzará a existir como tal en sentido universal, una vez la abolición de la propiedad privada haya puesto fin a la lucha de clases. Hasta ese momento, frente a la moral de los explotadores, los explotados deben esgrimir la acción revolucionaria, aquella que ponga fin a la situación presente. Para ellos no tiene sentido interrogarse por los principios éticos que rigen sus actos, pues estos se justificarán en función de si contribuyen o no a acelerar el advenimiento de la nueva sociedad. El gulag no es una desviación aberrante de la praxis revolucionaria, sino una consecuencia lógica de sus presupuestos ideológicos, en la misma medida en que la Shoá es la culminación coherente del pensamiento hitleriano.

Del formidable ataque lanzado en los dos siglos anteriores contra las concepciones universalistas judeocristianas, no queda, tras el hundimiento de las grandes ideologías que lo sustentaron, más que una extendida convicción de que no existen principios absolutos. Se trata, por decirlo de alguna manera, de un concepto huérfano, desligado de los sistemas que constituyeron su razón de ser, pero no por eso resulta menos peligroso, pues al aniquilar la capacidad de discernimiento moral, deja a la sociedad inerme ante nuevas amenazas totalitarias.

28 agosto 2012

El sufrimiento del justo


Hoy, día de San Agustín, recordamos un capítulo de La ciudad de Dios (I, 8), centrado en un problema que, desde Job, siempre ha preocupado a los creyentes: el sufrimiento del justo y la aparente recompensa del malvado.

1. Alguien podrá decir: “Este divino favor, ¿por qué ha alcanzado también a los impíos e ingratos?” ¿Por qué ha de ser, sino porque lo brindó quien hace salir diariamente el sol sobre buenos y malos, y hace llover sobre justos y pecadores? Sí, habrá algunos que, cayendo en la cuenta de esto, se corrijan con dolor de su impiedad, y otros que despreciando, como dice el Apóstol, las riquezas de bondad y de tolerancia de Dios, con la dureza de su corazón impenitente, están almacenando castigos para el día del castigo, cuando se revele el justo juicio de Dios, que pagará a cada uno según sus obras.

Con todo, la paciencia de Dios está invitando a la conversión a los malos, y el azote de Dios a los buenos les enseña la paciencia. Asimismo, la misericordia de Dios rodea amorosamente a los buenos para animarles, y la severidad de Dios corrige a los malos para castigarles. Plugo a la divina Providencia disponer para la otra vida bienes a los buenos que no disfrutarán los pecadores, y males a los impíos que no atormentarán a los justos. Sin embargo, ha querido que estos bienes y males pasajeros fueran comunes a todos para que no se busquen ansiosamente los bienes que vemos en posesión también de los malos, ni se hay, como de algo vergonzoso, de los males que con mucha frecuencia padecen incluso los buenos.

2. Lo que más nos interesa aquí es la postura personal tanto en las cosas que llamamos prósperas como ante las adversas. Porque el hombre de bien ni se engríe con los bienes temporales, ni se siente abatido con los males. Y al contrario, el malvado sufre el castigo de la desgracia temporal, porque con la prosperidad cae en la corrupción. No obstante, Dios en la misma distribución de bienes y males, hace más patente con frecuencia su intervención. En efecto, si ahora castigase cualquier pecado con penas manifiestas, se creería que no reserva nada para el último juicio. Al contrario, si ahora dejase impunes todos los pecados, creeríamos que no existe la Providencia divina. Otro tanto sucede con las cosas prósperas: si Dios no las concediese con abierta generosidad a algunos de cuantos se las piden, diríamos que no son de su jurisdicción; y asimismo, si las concediese a todos cuantos se las piden, llegaríamos a pensar que solo se le debe servir en espera de semejante recompensa. Y un servicio así, lejos de hacernos más santos, nos volvería más ambiciosos, más avaros.

Deducimos de aquí que no porque buenos y malos hayan sufrido las mismas pruebas, vamos a negar la distinción entre ellos. Bien se compagina la desemejanza de los atribulados con la semejanza de las tribulaciones. Y aunque estén sufriendo el mismo tormento, no por ello son idénticos la virtud y el vicio. Como por un mismo fuego brilla el oro y humea la paja; como bajo un mismo trillo se tritura la paja y el grano se limpia; como no se confunde el alpechín con el aceite al ser exprimidos bajo la misma almazara, de igual modo un mismo golpe, cayendo sobre los buenos, los somete a prueba, los purifica, los afina; y condena, arrasa y extermina a los malos. De aquí que, en idénticas pruebas, los malos abominan y blasfeman de Dios; en cambio, le suplican y no dejan de alabarle los buenos. He aquí lo que nos interesa: no la clase de sufrimientos, sino cómo los sufre cada uno. Agitados con igual movimiento, el cieno despide un hedor insufrible, y el ungüento una suave fragancia.

27 agosto 2012

La última conversación de Santa Mónica


Santa Mónica falleció en  Ostia en el año 387, cuando se preparaba para regresar a África en compañía de su hijo. Este nos ha dejado en Las confesiones (IX, 10) el conmovedor relato de una conversación entre ambos, pocos días antes de que ella enfermara mortalmente. Madre e hijo trataban de imaginar cuál sería la dicha de los santos, tras la muerte, entregados a la contemplación del Señor:

Tales cosas decía yo, aunque no de este modo ni con estas palabras. Pero tú sabes, Señor, que en aquel día, mientras hablábamos de estas cosas -y a medida que hablábamos nos parecía más vil este mundo con todos sus deleites-, díjome ella: “Hijo, por lo que a mí toca, nada me deleita ya en esta vida. No sé ya qué hago en ella ni por qué estoy aquí, muerta a toda esperanza del siglo. Una sola cosa había por la que deseaba detenerme un poco esta vida, y era verte cristiano católico antes de morir: superabundantemente me ha concedido esto mi dios, puesto que, despreciada la felicidad terrena, te veo siervo suyo. ¿Qué hago, pues, aquí?”

26 agosto 2012

Nosotros somos testigos

Carmen Sáez Gutiérrez

SAMMARTANO, N. Nosotros somos testigos. Itinerario espiritual para los laicos de nuestro tiempo. Ed. Narcea, Madrid 2008, 13,5 x21, 109 pp.

Nino Sammartano, colaborador salesiano y experto en pastoral juvenil y familiar, hace una llamada a todos los laicos a una nueva evangelización, dando testimonio de Cristo como alimento de nuestra espiritualidad y como modelo perfectamente accesible a todos los hombres, pues siendo enviado del Padre, asumió la condición humana con sus limitaciones. Seguir a Cristo significa incorporar a nuestra persona actitudes profundas de su personalidad histórica que están en el origen de sus acciones, tales como la atención a los hermanos, la disponibilidad, el sentido de la verdad y de la misión… Una buena manera de encontrar a Jesús es la contemplación, el encuentro y la mirada profunda a los rasgos de su persona que dibujan su rostro. Son diez los rasgos de Jesús que presenta el autor como dignos de ser contemplados por los cristianos que quieren dar testimonio. El libro se detiene en la reflexión de cada una de estas características esenciales de Cristo a la luz de textos evangélicos seleccionados en relación con el mundo actual para activar el servicio misionero de los laicos a través de su vida espiritual. Es una llamada al apostolado para ser fermento del Reino de Dios. La lectura es agradable, aderezada con numerosos ejemplos que invitan a un cambio profundo de las actitudes que llevan al encuentro con el Padre. 

25 agosto 2012

San José de Calasanz

En el día de hoy en que los católicos recordamos a San José de Calasanz, presentamos este vídeo con unas notas biográficas.


24 agosto 2012

Oración

Cardenal Carlo María Martini

Te doy gracias, Señor,
porque me permites entrar
en este itinerario de oración y comunión
con todos los hermanos.
Guíanos tú, Padre, en este camino;
pon en nuestra boca las palabras verdaderas;
pon en nuestro corazón los sentimientos verdaderos;
pon en nuestras manos, en nuestros cuerpos los gestos verdaderos.
Sostén nuestra debilidad;
conforta nuestra fragilidad;
reúne nuestros pensamientos, nuestros sentimientos dispersos,
en el centro de la unidad que es tu hijo Jesucristo.

23 agosto 2012

Filosofía de la finitud

Francisco Javier Bernad Morales

MÈLICH, Joan-Carles, Filosofía de la finitud. Herder, Barcelona, 2002, 12  x 19,8, 183 pp.

Desarrolla Mèlich en este libro ideas que ya apuntó en La ausencia del testimonio. El Holocausto —por nuestra cuenta añadiríamos el Gulag, sin creer que con ello se violente la argumentación— nos coloca ante la experiencia del mal radical y nos obliga a repensar el ideal ético ilustrado y nuestra propia concepción del hombre. Éste se nos presenta como un ser finito y contingente, anclado en el tiempo, obligado a interrogarse sobre el sentido de la vida y sobre el mal, e incapaz de hallar una respuesta. En una posición declaradamente antikantiana, Mèlich niega la existencia de una razón pura práctica o de un bien ontológico, con lo que recuerda lo apuntado por Isaiah Berlin acerca de la incompatibilidad de los fines humanos —la libertad, la justicia, la fraternidad—  y la imposibilidad de respuestas últimas para las cuestiones normativas. Para el ser humano, el otro es la única trascendencia, un otro concreto, individual, con nombres y apellidos; no, por tanto, la Humanidad, sino el prójimo. La relación es ética cuando es deferente, cuando hace propia la causa del otro, del que no tiene poder. Y ¿quién con menos poder que el llamado musulmán, en la jerga de los campos?, el muerto viviente, el hombre a quien han aniquilado el alma, aunque su cuerpo aún parezca vivo, un ser incapaz ya de expresarse mediante la palabra, pero cuyo silencio, del que dan testimonio los relatos de los supervivientes, es perenne recordatorio del horror. La ética fundamentada en la experiencia del mal radical, de lo demoníaco —en palabras de Paul Tillich, citadas por Mèlich, lo demoníaco consiste en algo finito y limitado que ha sido investido de la magnitud de lo infinito—, formula su imperativo categórico en la exhortación de Theodor W. Adorno ¡Que Auschwitz no se repita! La tarea fundamental de la educación será evitar un nuevo Auschwitz.

22 agosto 2012

María Virgen Reina



María, Virgen y Reina de los cielos, proclamada así desde el concilio de Éfeso en el siglo V en tanto que portadora de Dios,  posee este título también, como dice Benedicto XVI, por su aceptación incondicional de la voluntad del Padre. Así  ha sido exaltada sobre todas las criaturas y coronada Reina de los cielos y la tierra.
Presentamos hoy una original versión del canto Salve Regina interpretada por el coro de Sister Act.



20 agosto 2012

Ammas del desierto


Carmen Sáez Gutiérrez

FORMAN, MARY. Orar con las madres del desierto. Ed. Mensajero. Bilbao 2007, 11x22,5, 155pp.
Mary Forman, doctora en teología, monja benedictina y profesora en el College of Saint Benedict and Saint John´s University of Minnesota, nos presenta en este libro el resultado del trabajo de un curso sobre las “Ammas del desierto: parteras de sabiduría” que impartió en la Universidad de Minnesota en el año 94. Estas mujeres cristianas de los siglos IV y V pioneras de la vida de oración  y fundadoras de las primeras comunidades religiosas de mujeres  en Egipto  y Palestina nos ofrecen un modelo de espiritualidad para nuestras vidas, pleno de austeridad y entrega en la relación con  Dios. Su atenta escucha a la voluntad del Padre les concede el poder de discernimiento y la capacidad de seguir los pasos del Creador.
Cada capítulo comienza con una reflexión inicial basada en un pasaje bíblico y una oración, después continúa con relatos de alguna de estas madres espirituales u ocasionalmente algún padre del desierto, que nos aportan ricas enseñanzas acerca de la vida cristiana de oración y compromiso. Al final de cada capítulo la autora presenta un ejemplo actual relacionado con lo expuesto e invita a la reflexión personal o comunitaria, proponiendo otras lecturas relacionadas con el tema abordado.
El libro termina con una amplia bibliografía para seguir profundizando en la vida de estas mujeres, fuente de sabiduría y precursoras del monacato femenino.
Es una obra indicada para encuentros espirituales y momentos de meditación personal y comunitaria. Ofrece también una síntesis de la hagiografía de la época, lo que hace considerar el libro de gran interés cultural, a la vez que arroja luz sobre los orígenes del monacato femenino, tema que no ha sido tratado con demasiada frecuencia.


19 agosto 2012

Un episodio de "Vida y destino"

Francisco Javier Bernad Morales

Leí ya hace tiempo esta obra de Vasili Grossman, pero hoy siento la necesidad de hablar de ella. En realidad podría comentarla durante meses sin por ello agotar su riqueza. Hay novelas, algunas muy ambiciosas, cuyos personajes carecen de espesor, son apenas sombras que reproducen sobre una blanca pantalla el movimiento de manos ajenas. Pronuncian palabras que no podemos creer, pues claramente traslucen pensamientos prestados. Quizá llegue a interesarnos la trama, o nos sintamos deslumbrados por la maestría literaria del autor, por su manera cautivadora de escribir; pero, transcurrido un tiempo, ningún sedimento habrá quedado en nuestro espíritu. Habremos pasado un rato divertido, pero nada nuevo sabremos sobre los seres humanos y el mundo en que habitan. Pienso, por poner dos ejemplos distantes, en El Buscón de Quevedo y en la trilogía de El Ruedo Ibérico de Valle Inclán. Grotescas caricaturas ricamente engalanadas; brillantes fuegos de artificio pronto desvanecidos sin rastro en el firmamento nocturno. Otras, en cambio ─La calle de Valverde de Max Aub o La Regenta de Clarín─, se dirían pobladas por personas. Son obras cuya lectura nos hace conocer mejor a nuestros semejantes y asomarnos a lo más íntimo de nuestra conciencia. El escritor en ellas semeja un mediador del que se vale la realidad más profunda para manifestarse. Unamuno, mejor dotado para la filosofía que para la narración, pensó que Cervantes no había entendido cabalmente a Don Quijote, e incluso en Niebla imaginó que Augusto Pérez acudía a entrevistarse con su autor. Son brillantes intuiciones que arrojan luz sobre lo que quiero expresar. Lázaro de Tormes, Alonso Quijano y Sancho Panza nos hablarán eternamente, al igual que Pierre Bezuhov o Andrei Volkonsky, pues sus vidas están dotadas de profundidad. Cito a estos dos últimos, no solo porque Guerra y Paz sea una de las cumbres de la categoría a que me refiero, sino también por el obvio parentesco, en numerosas ocasiones señalado, que con ella guarda Vida y Destino.

No es mi intención realizar un análisis de esta novela, sino tan solo trazar un ligero apunte sobre uno de sus episodios y sobre los personajes que en él intervienen. Amanece el 20 de noviembre de 1942. Durante toda la noche la artillería soviética ha bombardeado las posiciones alemanas en torno a Stalingrado, como preparación de la contraofensiva que cerrará la tenaza sobre el ejército de Friedrich Paulus. Llega por fin el momento fijado para que la columna de blindados del coronel Nóvikov inicie el avance. A su lado, Guétmanov, el comisario político, le recuerda que es la hora. Sin embargo, el coronel no da la orden. El camino por el que debe lanzar los tanques se halla bajo el fuego de una batería rumana. Guétmanov se impacienta, pero Nóvikov solicita al comandante de la artillería pesada que neutralice los cañones enemigos. Pasan los minutos. El general Yeremenko recibe una llamada telefónica de Stalin en la que este le pregunta si ya se ha iniciado el ataque. Se ve obligado a contestar que aún no. En ese momento se diría que Nóvikov se enfrenta a todo el peso del Estado, a todo el Partido. Pero permanece impasible. Como disculpa, le dice a Guétmanov que no quiere perder un alto número de tanques, pero este comprende que lo que en realidad le preocupa son los hombres. El comisario político no puede reprimir una exclamación admirativa. Finalmente, la batería rumana queda silenciada y el coronel da la orden. Los T-34 emprenden la marcha victoriosa.

Al anochecer, Guétmanov felicita al coronel ante los soldados:

“─¡Te doy las gracias, Piotr Pávlovich! ─dijo─. Recibe un agradecimiento ruso, un agradecimiento soviético. Te da las gracias el comunista Guétmanov. Me quito el sombrero ante ti; gracias.”

Luego, en privado, amplía sus elogios. Entusiasmado le dice a Nóvikov que nunca podrá olvidar la manera en que retrasó el ataque, pese a todas las presiones y cómo gracias a ello no ha perdido un solo hombre ni un solo tanque.

Poco después, ya a solas, Guétmanov escribe una carta al jefe del Estado Mayor en que acusa al coronel Nóvikov de haber retrasado deliberadamente el inicio de la operación.
           
Podemos suponer que el comisario político es un simple hipócrita. Sin embargo, su admiración por el coronel parece sincera. Es posible que en él coexistan el ser humano capaz de experimentar simpatía y de ponerse en el lugar de sus semejantes, y el activista del Partido, convencido de que el triunfo de la Revolución exige el sacrificio de todo sentimiento, la aniquilación de la conciencia.

18 agosto 2012

¡Quiero ver tu rostro! (Jn 12, 20)

Patxi Loidi

Tú mi esperanza, Jesús.
Óyeme,
para que no sucumba al desaliento.
Óyeme,
para que no deje de buscarte.

Buscarte día a día, hora a hora.
Buscarte en soledad y compañía.
Estudiar y orar.
Dialogar y trabajar.
destruir cadenas.
Levantar ciudades solidarias.
Romperme en el tajo de la lucha de liberación.
Luchar y amar...

¡Te busco, Jesús!
¡Quiero ver tu rostro!
¡Quiero ver tu rostro!

Saliste a mi encuentro en una mañana de primavera.
Me tomaste de la mano
y estuvimos un rato juntos.

Te vi un poco, te sentí.
quiero conocerte más
y tenerte más cerca.
No me cierres la puerta.
Abre
y déjame entrar: Te estoy llamando.

Ábreme para que te vea
y esté contigo
y cambie todo entero,
mis entrañas y mi corazón,
mis manos y mi cabeza.

___________

LOIDI, PATXI Mar adentro. Plegarias para orar. Ed. Sal Terrae. Santander, 2003, p.40

17 agosto 2012

P. Christophe Lebreton (OCSA)

P. Christophe Lebreton fue el más joven (45 años) de los siete monjes trapenses  del monasterio de Notre-Dame de l'Atlas de Tibhirine en Argelia secuestrados y asesinados por el Grupo Islámico Armado en 1996. Licenciado en Derecho y perteneciente a la generación de la revuelta estudiantil del 68, profesó en la Orden Cisterciense a los veinticuatro años, fue superior y maestro de novicios, un hombre entusiasta que quiso vivir la pobreza de manera radical. La fe en Jesucristo le llevó a ofrecer la vida, según da testimonio en sus diarios y poesías.
Testamento:
Mi cuerpo es para la tierra,
pero por favor ninguna protección
entre ella y yo.
Mi corazón es para la vida,
pero por favor nada de retoques
entre ella y yo.
Mis manos para el trabajo
sencillamente se cruzarán.
y el rostro,
que quede completamente desnudo
para no impedir el beso.
Y la mirada dejadla VER.

Un mes antes de los “acontecimientos”, dos anotaciones reafirman su itinerario: Vivir la Resurrección en la relación personal con Dios y el perdón es ciertamente una resurrección vivida entre las personas.

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Los textos están tomados del Calendario 2011 Fieles hasta el final de las Agustinas Misioneras

Judeocristianismo: ebionitas y nazoreos


Francisco Javier Bernad Morales

A menudo, cuando utilizamos el término Jesucristo no somos conscientes de que no se trata simplemente de un nombre propio, sino de que en él se unen dos términos, referido el primero a Jesús de Nazaret y el segundo al Cristo. Es una proclamación de Jesús como Mesías, pues eso significa el término Cristo, que a menudo se hace de una forma tan rutinaria e inconsciente que casi ha perdido su significado originario[1]. Pero, al decir Jesucristo o Cristo, no nos limitamos a afirmar el carácter mesiánico de Jesús. En el judaísmo no han faltado personajes, entre ellos Simón Bar Kochba o Sabbatai Zevi, que han sido tomados por algunos por el Mesías esperado. Ningún judío, sin embargo, entre quienes los aclamaban, habría sostenido que eran la encarnación del Señor. Simplemente la idea les habría parecido sacrílega. Conceptos tales como la Trinidad y la preexistencia del Hijo son ajenos a la religiosidad judía, que no puede ver en ellos más que proclamas blasfemas e idolátricas.
Pero el cristianismo no surge ya formado de la predicación de Jesús de Nazaret. Durante mucho tiempo sus seguidores no constituyen una nueva religión, sino una tendencia o secta más dentro del judaísmo, del que solo se separarán lentamente. En Galilea, la región en que Jesús de Nazaret inició su misión y donde reclutó a sus primeros seguidores, persistió durante mucho tiempo un grupo, al que las fuentes cristianas denominan ebionita, que lo reconocía como Mesías, pero no le atribuía una naturaleza divina. Por lo demás, mantenían la circuncisión, guardaban el Sabbat y, en definitva, seguían las prescripciones de la Torá[2]. Mostraban, por otra parte, una fuerte hostilidad hacia Pablo de Tarso y rechazaban la virginidad de María. En este sentido, interpretaban Isaías 7, 14 como: “He aquí que la joven concebirá y dará a luz un hijo”[3].
En el siglo IV, Epifanio de Salamina menciona la existencia de otro grupo, el de los nazoreos, quienes, si bien mantienen una cristología ortodoxa, se aferran a la observancia de la Torá. Respecto a ellos, mantuvieron una controversia epistolar Jerónimo de Estridón y Agustín de Hipona[4]. Mientras que el primero rechazaba sus prácticas judías, el segundo no consideraba grave que las mantuvieran y, aunque pensaba que estaban destinadas a la desaparición, no le parecía adecuado prohibirlas.
Ya en el siglo V, dejamos de tener información sobre estos grupos, que parecen haber desaparecido. En su contra actuaron dos factores principales. De un lado la clarificación cristológica del cristianismo ortodoxo, que los dejó fuera de la Gran Iglesia, y de otro, la reestructuración del judaísmo iniciada tras la destrucción del Templo. La duodécima bendición de la Amidá introducida por el rabino Gamaliel II, en realidad una maldición contra los sectarios, se dirige, entre otros, contra ellos. Entre un cristianismo que precisa con nitidez sus concepciones cristológicas, y un judaísmo renovado entregado a la recopilación de la ley oral, no queda sitio para los judeocristianos, que se ven excluidos de ambas religiones.


[1] Por esta razón, Paul Tillich prefiere utilizar la expresión Jesús el Cristo.
[2] LÉMONON, Jean-Pierre, “Los judeocristianos: testigos olvidados”, Cuadernos Bíblicos, 135, Estella, Verbo Divino, 2007.
[3] Estas noticias proceden de Ireneo de Lyon. LÉMONON (2007) p. 20. Casi todo lo que sabemos sobre los ebionitas ha llegado a nosotros a través de los autores ortodoxos que combatían sus doctrinas.
[4] LÉMONON (2007) p. 38.

16 agosto 2012

Conversión de San Agustín

Benedicto XVI

...San Agustín buscó apasionadamente la verdad: lo hizo desde el inicio y después durante toda su vida. La primera etapa en su camino de conversión se realizó precisamente en el acercamiento progresivo al cristianismo. En realidad, había recibido de su madre, Santa Mónica, a la que siempre estuvo muy unido, una educación cristiana y, a pesar de que en su juventud había llevado una vida desordenada, siempre sintió una profunda atracción por Cristo, habiendo bebido con la leche materna, como él mismo subraya (cf. Confesiones, III, 4, 8), el amor al nombre del Señor.
Pero también la filosofía, sobre todo la platónica, había contribuido a acercarlo más a Cristo, manifestándole la existencia del Logos, la razón creadora. Los libros de los filósofos le indicaban que existe la razón, de la que procede todo el mundo, pero no le decían como alcanzar este Logos, que parecía tan lejano. Solo la lectura de las cartas de San Pablo, en la fe de la Iglesia católica. le reveló plenamente la verdad. San Agustín sintetizó esta experiencia en un de las páginas más famosas de las Confesiones, cuenta que, en el tormento de sus reflexiones, habiéndose retirado a un jardín, escuchó de repente una voz infantil que repetía una cantinela que nunca antes había escuchado: "tolle, lege; tolle, lege", "toma, lee; toma, lee" (VIII, 12, 29). Entonces se acordó de la conversión de San Antonio, padre del monaquismo, y solícitamente volvió a tomar el códice de San Pablo que poco antes tenía en sus manos: lo abrió y la mirada se fijó en el pasaje de la carta a los Romanos donde el Apóstol exhorta a abandonar las obras de la carne y a revestirse de Cristo (Rm 13, 13-14).
Había comprendido que esas palabras, en aquel momento, se dirigían personalmente a él, procedían de Dios a través del Apóstol y le indicaban que debía hacer en ese momento. Así sintió cómo se disipaban las tinieblas de la duda y quedaba libre para entregarse totalmente a Cristo: "Habías convertido a ti mi ser" comenta (Confesiones, VIII, 12, 30). Esta fue la conversión primera y decisiva....

Fragmento del Discurso de Benedicto XVI en la Audiencia  del miércoles 27 de febrero de 2008

15 agosto 2012

A la Asunción de Nuestra Señora


Gerardo Diego

¿A dónde va, cuando se va, la llama?
¿A dónde va, cuando se va, la rosa?
¿A dónde sube, se disuelve airosa, 
hélice, rosa y sueño de la rama?
A donde va la llama, ¿quién la llama?
A la rosa en escorzo, ¿quién la acosa?
¿Qué regazo, que esfera deleitosa, 
qué amor de padre la alza y la reclama?
¿A dónde va, cuando se va escondiendo, 
y el aire, el cielo queda ardiendo, oliendo 
a olor, ardor, amor de rosa hurtada?
¿A dónde va el que queda, el que aquí abajo, 
ciego del resplandor se asoma al tajo 
de la sombra transida, enamorada?
No se nos pierde, no. Se va y se queda.
Coronada de los cielos, tierra añora 
y baja en descensión de Mediadora, 
rampa de amor, dulcísima vereda.
Recados del favor nos desenreda 
la mensajera, la reveladora, 
la paloma de paz. Heridla ahora.
Ya se acabó el suplicio de la veda.
Hoy sobre todo, que es la fiesta en Roma 
y se ha visto volar otra Paloma 
y posarse en la nieve de una tiara.
La Asunción de María –vítor, cielos-, 
corazonada ayer de mis abuelos, 
en luz, luz de dogma se declara.


14 agosto 2012

Maximiliano Kolbe

Hoy, festividad de San Maximiliano Kolbe, insertamos un vídeo sobre su vida, verdadero ejemplo de devoción a la Inmaculada y testimonio de amor a Cristo, dirigido especialmente a los más pequeños de la casa. Es una producción en dibujos animados para que los niños puedan aprender como iniciarse en la fe cristiana, ofreciendo también su testimonio.

13 agosto 2012

El sentido de la vida

Francisco Javier Bernad Morales

Recupero una vieja recensión aparecida en Estudio Agustiniano.


GARCÍA ROJO, Jesús, El sentido de la vida. Una pregunta necesaria. Publicaciones Universidad Pontificia de Salamanca, Salamanca, 2004, 17 x 23,2, 322 pp.

Al cabo de muchos años, Jesús García Rojo nos ofrece el texto completo de su tesis doctoral en teología, de la que ya había publicado una versión resumida en 1989. El largo tiempo transcurrido desde entonces no ha hecho sino volver más actual el estudio y más acuciante la necesidad de hallar una respuesta a una pregunta que los seres humanos no podemos dejar de plantearnos, so pena de quedar mutilados, condenados a una angustia sin salida, o simplemente embrutecidos. Analiza García Rojo como el problema del sentido ha sido abordado por el marxismo, desde los escritos de los fundadores, en que se elude su planteamiento, hasta su reaparición en la obra de los pensadores heterodoxos, Schaff y Machovec; para pasar después a Sigmund Freud y a su negación de la pertinencia de toda indagación sobre el sentido, para continuar con la afirmación de la centralidad de esta en la obra del psicólogo superviviente del Holocausto −es decir, de la más radical negación de la dignidad humana− Viktor Frankl.
El capítulo dedicado a este, de quien merece recalcarse la afirmación de que el dolor y la muerte no privan de sentido a la vida, actúa como puente hacia la exposición de la respuesta dada por los teólogos Tillich y Rahner, para quienes la pregunta remite necesariamente a Dios como fundamento incondicionado de la existencia.

            En su conjunto, el libro es una apasionante reflexión sobre el ser humano, sobre su carácter contingente y sobre su necesidad de hallar un fundamento que dé sentido a su existencia. Si en tiempos todavía no muy lejanos, ideologías totalitarias ofrecían respuestas que, al soslayar toda trascendencia, produjeron seres desprovistos de sentido moral, en la actualidad, en sociedades acomodadas en el hedonismo y en el relativismo ético, el peligro ya no está en que seamos víctimas de soluciones engañosas, sino en que lleguemos a ser incapaces de plantearnos la pregunta. 

12 agosto 2012

Wadi al Safi

Con esta hermosa adaptación al Padre Nuestro de una conocida canción de Wadi al Safi, queremos enviar un abrazo a nuestros hermanos cristianos árabes, cuyas dificultades no olvidamos y a quienes tenemos presentes en nuestras oraciones.

11 agosto 2012

Clara de Asís


Carmen Sáez Gutiérrez

BRUNELLI, D. Clara de Asís, camino y espejo . BAC, Madrid 2002, 13,5 x 20,5, 243 pp.

Clara de Asís es una de las figuras más importantes de la historia de la Iglesia. Últimamente  ha sido rescatada del olvido en el que ha permanecido durante siglos. La celebración del octavo centenario en 1994 fue ocasión para que se publicaran numerosas investigaciones y se divulgara su vida y su obra.
Brunelli trata con ternura y cariño a esta mujer que trazó un camino singular de seguimiento a Jesucristo, que  aún en nuestros días cuenta con numerosos seguidores
La obra se divide en dos partes. La primera presenta el contexto histórico de Clara de Asís, en él se estudia el gran despertar evangélico que tuvo lugar durante los siglos XI-XIII en toda la Iglesia de occidente, cuyas notas más sobresalientes fueron la importancia concedida a la predicación de la Palabra de Dios y la necesidad de llevar una vida de pobreza para seguir realmente a Jesucristo. También se detiene en analizar la espiritualidad de este renacer de los movimientos en los que las mujeres tienen un protagonismo esencial, analizando la evolución del modelo evangélico al modelo místico. La segunda parte expone y desarrolla el núcleo central de la espiritualidad de Clara de Asís: el seguimiento de Jesucristo pobre y humilde, que asumió nuestra humanidad. Después de dar unas pinceladas históricas sobre la vida de la santa, trata sobre su relación con Jesucristo y la dimensión contemplativa, en la que Jesucristo se manifiesta como camino y espejo que refleja la belleza de Dios y transforma al que contempla, llevándole a una vida de testimonio misionero.
El libro sitúa a Clara de Asís en el lugar que le corresponde en la historia de la Iglesia por tratarse de la primera mujer que redacta una Forma de vida, es decir, una Regla para la Congregación de las hermanas de San Damián y por ser testimonio vivo de experiencia cristiana eliminando la separación que pudiera darse entre vida evangélica y contemplativa.


10 agosto 2012

A los pies del Moncayo


Carmen Sáez Gutiérrez

Entre las múltiples rutas viajeras que podemos hacer en cualquier periodo de descanso, quiero destacar una, que no por corta y cercana, es menos interesante, pues además nos permite un acercamiento tanto al patrimonio cultural como a la naturaleza.
Salimos de Móstoles, camino de Almazán, Soria. Allí nos encontramos con una de las maravillas del románico español, la Iglesia de San Miguel. Al entrar en ella lo que más impresiona es la cúpula central, uno de los pocos ejemplos de bóveda nervada de influencia islámica, en la que los arcos se cruzan de manera que forman una estrella de ocho puntas. Se trata de un templo construido hacia la mitad del siglo XII , de planta irregular, pues la cabecera se inclina hacia la plaza en que está ubicada —algunos dicen que representa la cabeza ladeada de Cristo después de expirar—.  Sin duda alguna, vale la pena detenerse un rato y contemplar la belleza de esta iglesia.
Desde aquí podemos continuar hasta Ágreda, también perteneciente a la provincia de Soria, comer, y  visitar la ciudad que vio nacer a Sor M.ª de  Jesús de Ágreda, uno de los personajes de mayor talla espiritual e intelectual del siglo XVII, gran escritora mística del barroco español que influyó notablemente en la corte como consejera de Felipe IV. En la villa hay huellas imborrables del paso de tres culturas: árabe, judía y cristiana. Entre los monumentos, destacamos la iglesia de San Miguel, gótica, aunque de planta románica, la sinagoga, la iglesia de Nª Sª de la Peña, de traza románica, considerada la más antigua de Ágreda y el Palacio de los Castejón, de estilo herreriano y de grandes proporciones. Según el tiempo de que dispongamos, también podemos visitar N.ª S.ª de los Milagros y San Juan Bautista.
El día puede terminar cenando y durmiendo en Tarazona. La jornada siguiente puede destinarse a la visita por la mañana del Monasterio de Veruela  y por la tarde, de la catedral de Tarazona y terminar dando un paseo por la ciudad.
En un pequeño valle formado por el río Huecha, a los pies del Moncayo, se sitúa el Monasterio de Veruela, primer cenobio cisterciense de Aragón. Se amuralló para la protección de los monjes y su trazado es hexagonal, de forma irregular. Declarado Monumento Nacional, está totalmente restaurado. Además de haber sido un importante centro religioso y núcleo de repoblamiento rural con importante actividad agrícola, es famoso también porque, después de la Desamortización de Mendizábal en 1835, se convirtió en lugar romántico y  sitio de verano de personajes famosos. El poeta Gustavo Adolfo Bécquer y su hermano, el pintor Valeriano, disfrutaron junto a sus familias de una larga estancia. Allí escribió el poeta las cartas Desde mi celda para el diario madrileño El Contemporáneo.
Antes de realizar la visita a Tarazona, se puede ir a comer a Borja, que tiene un excelente establecimiento de restauración en la plaza del Mercado, y pasear por la ciudad, ver la colegiata de Santa María, el convento de la Concepción, el Palacio de Sánchez del Río….
 Tarazona, ciudad situada a las faldas del Moncayo y artravesada por el río Queiles es uno de los lugares más emblemáticos de Aragón. Son muchos los monumentos a visitar: plaza de toros vieja, iglesia y exconvento de San Francisco, Palacio Episcopal…, pero, a buen seguro, el que destaca por su majestuosidad es la Catedral, asentada sobre una iglesia hispanovisigótica, quedó sustituida por un proyecto gótico que desde entonces y hasta nuestros días ha experimentado múltiples transformaciones. Hoy día, totalmente restaurada tanto en su exterior como en su interior, luce con todo su esplendor.
De Tarazona tampoco debemos marcharnos sin dar un paseo por la judería y por la morería.
Podemos  finalizar el día cenando en Tarazona y descansando para aprovechar el día siguiente, subir al Moncayo y caminar por una de las sendas del Parque Natural.
El viaje es apasionante, puede dilatarse en el tiempo cuanto se quiera, pero tres días son suficientes para empaparse de historia, arte, gastronomía, naturaleza y cómo no, espiritualidad. Además en tiempos de crisis puede resultar una alternativa económica para disfrutar unas vacaciones, si bien al escribir estas líneas, viene a mi memoria la redacción de aquel niño rico, que escribía: … Era una familia tan pobre, tan pobre, que hasta el mayordomo era pobre. Pues eso, que si podemos hacernos un viajecito de tres días, con la terrible situación que estamos padeciendo, démos gracias a Dios y seamos solidarios.

09 agosto 2012

Edith Stein

Hoy celebramos en la Iglesia Católica el día de  la santa Edith Stein, filósofa, pedagoga y teóloga de origen judío, convertida al catolicismo, que profesó en la orden del Carmelo con el nombre de Sor Teresa Benedicta de la Cruz y fue gaseada en Auschwitz el 9 de agosto de 1942. Hasta el final fue un ejemplo de entereza y ánimo para aquellos que compartieron su destino con ella en la cámara de gas. Canonizada por Juan Pablo II en 1998, actualmente es considerada por la Iglesia copatrona de Europa. En estos momentos difíciles para el equilibrio económico de Europa, vamos a pedirle que interceda para que los gobernantes sepan encontrar soluciones adecuadas a todos los ciudadanos de la Unión. A continuación presentamos un vídeo en el que se dan unas pinceladas sobre su intensa biografía.


08 agosto 2012

Cristianos nestorianos


Francisco Javier Bernad Morales

La definición del Cristo[1] centró el debate teológico en los primeros siglos de la Iglesia. Sucesivos concilios establecieron con progresiva claridad la doctrina ortodoxa, conformando de esta manera los principales dogmas de nuestra fe y el marco de creencias de lo que se ha dado en llamar Gran Iglesia. Este proceso de clarificación tuvo como consecuencia que en torno a las interpretaciones desechadas, calificadas como heréticas, se constituyeran nuevas iglesias separadas del tronco principal. Es muy probable que en la actualidad los términos de la discusión se nos antojen excesivamente sutiles, accesibles tan solo a personas con una sólida formación religiosa. Sin embargo, en su momento, y aunque ciertamente no podamos saber en qué medida eran correctamente comprendidas las diferentes posiciones, en torno a ellas se formaron apasionados grupos de seguidores, dispuestos a utilizar cualquier medio, incluida la fuerza, con tal de imponerse. Las diferencias religiosas se solapaban, además, con conflictos políticos y la herejía arraigaba en regiones donde era fuerte la oposición a un poder imperial a menudo visto como opresivo. La polémica se desarrolló en varios frentes, en cuyo detalle no vamos a entrar por no alargarnos en exceso. Nos centraremos tan solo en una de esas ramas desgajadas, que llegó a alcanzar una gran dimensión en extensas regiones de Asia, antes de casi desaparecer ante la expansión del islam y del budismo. Las discrepancias surgieron en torno a la utilización del término Theotokos (madre de Dios), referido a María. Nestorio, patriarca de Antioquía, lo consideró inaceptable, ya que aquella, argumentaba, solo había sido madre de la naturaleza humana de Jesús, no de la divina. Para Nestorio[2], en Cristo existen dos personas, una divina y otra humana. Estas ideas fueron condenadas en el Concilio de Éfeso (431), pues implicaban que solo la persona humana había sufrido en la cruz, en tanto que la divina había permanecido impasible. De hecho, la idea de un Dios sufriente repugnaba a la tradición filosófica helénica. En la concepción de Nestorio, la muerte de Jesús habría sido, pues, la de un ser humano, lo que, a juicio de la ortodoxia, la privaba de todo valor salvífico.
Nestorio fue depuesto y desterrado. Muchos de sus seguidores, para escapar a la persecución se refugiaron en el reino lájmida[3], donde el cristianismo nestoriano llegó a convertirse en religión del Estado; mientras que otros huyeron al Imperio Sasánida. Desde allí, en los siglos siguientes, el nestorianismo se propagó hacia la India, Asia Central, Mongolia y China. El fraile franciscano Guillaume de Rubrouck, que visitó Karakorum en 1254 encontró a numerosos nestorianos en la corte de Mongka, nieto de Gengis Kan, e incluso asistió a sus oficios durante la Pascua[4].  Por otra parte, la iglesia siro-malabar, presente en el estado indio de Kerala, y en comunión con Roma desde el sínodo de Diamper (1599), es también de origen nestoriano, si bien la tradición remonta su fundación al apóstol Santo Tomás. En la actualidad, la iglesia asiria de Irak es la principal comunidad nestoriana, aunque está muy debilitada por los conflictos bélicos y el auge del islamismo.


[1] Me refiero al Cristo como el Ungido, la traducción griega del término Mesías, sin prejuzgar su naturaleza divina o humana.
[2] Una buena y breve exposición de las ideas de Nestorio en http://ec.aciprensa.com/wiki/Nestorio_y_Nestorianismo (disponible en agosto de 2012).
[3] Los lájmidas eran un pueblo árabe que formó un reino vasallo del Imperio Sasánida, en tierras semidesérticas al sudoeste de Mesopotamia.
[4] CROUSSET, René, El imperio de las estepas, Madrid, EDAF, 1991, p. 323.

07 agosto 2012

Ya no eres pan y vino

Este es un bello canto para la comunión. En estos momentos en que reflexionamos muy especialmente sobre la eucaristía nos parece muy apropiado.


05 agosto 2012

Adoración Eucarística


  Juan Pablo II

Señor Jesús: Nos presentamos ante ti sabiendo que nos llamas y que nos amas tal como somos. "Tú tienes palabras de vida eterna y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Hijo de Dios" (Jn. 6,69). Tu presencia en la Eucaristía ha comenzado con el sacrificio de la última cena y continúa como comunión y donación de todo lo que eres. Aumenta nuestra FE. Por medio de ti y en el Espíritu Santo que nos comunicas, queremos llegar al Padre para decirle nuestro SÍ unido al tuyo. Contigo ya podemos decir: Padre nuestro. Siguiéndote a ti, "camino, verdad y vida", queremos penetrar en el aparente "silencio" y "ausencia" de Dios, rasgando la nube del Tabor para escuchar la voz del Padre que nos dice: "Este es mi Hijo amado, en quien tengo mi complacencia: Escuchadlo" (Mt. 17,5). Con esta FE, hecha de escucha contemplativa, sabremos iluminar nuestras situaciones personales, así como los diversos sectores de la vida familiar y social. Tú eres nuestra ESPERANZA, nuestra paz, nuestro mediador, hermano y amigo. Nuestro corazón se llena de gozo y de esperanza al saber que vives "siempre intercediendo por nosotros" (Heb. 7,25). Nuestra esperanza se traduce en confianza, gozo de Pascua y camino apresurado contigo hacia el Padre. Queremos sentir como tú y valorar las cosas como las valoras tú. Porque tú eres el centro, el principio y el fin de todo. Apoyados en esta ESPERANZA, queremos infundir en el mundo esta escala de valores evangélicos por la que Dios y sus dones salvíficos ocupan el primer lugar en el corazón y en las actitudes de la vida concreta. Queremos AMAR COMO TÚ, que das la vida y te comunicas con todo lo que eres. Quisiéramos decir como San Pablo: "Mi vida es Cristo" (Flp. 1,21). Nuestra vida no tiene sentido sin ti. Queremos aprender a "estar con quien sabemos nos ama", porque "con tan buen amigo presente todo se puede sufrir". En ti aprenderemos a unirnos a la voluntad del Padre, porque en la oración "el amor es el que habla" (Sta. Teresa). Entrando en tu intimidad, queremos adoptar determinaciones y actitudes básicas, decisiones duraderas, opciones fundamentales según nuestra propia vocación cristiana. CREYENDO, ESPERANDO Y AMANDO, TE ADORAMOS con una actitud sencilla de presencia, silencio y espera, que quiere ser también reparación, como respuesta a tus palabras: "Quedaos aquí y velad conmigo" (Mt. 26,38). Tú superas la pobreza de nuestros pensamientos, sentimientos y palabras; por eso queremos aprender a adorar admirando el misterio, amándolo tal como es, y callando con un silencio de amigo y con una presencia de donación. El Espíritu Santo que has infundido en nuestros corazones nos ayuda a decir esos "gemidos inenarrables" (Rom. 8,26) que se traducen en actitud agradecida y sencilla, y en el gesto filial de quien ya se contenta con sola tu presencia, tu amor y tu palabra. En nuestras noches físicas y morales, si tú estás presente, y nos amas, y nos hablas, ya nos basta, aunque muchas veces no sentiremos la consolación. Aprendiendo este más allá de la ADORACIÓN, estaremos en tu intimidad o "misterio". Entonces nuestra oración se convertirá en respeto hacia el "misterio" de cada hermano y de cada acontecimiento para insertarnos en nuestro ambiente familiar y social y construir la historia con este silencio activo y fecundo que nace de la contemplación. Gracias a ti, nuestra capacidad de silencio y de adoración se convertirá en capacidad de AMAR y de SERVIR. Nos has dado a tu Madre como nuestra para que nos enseñe a meditar y adorar en el corazón. Ella, recibiendo la Palabra y poniéndola en práctica, se hizo la más perfecta Madre. Ayúdanos a ser tu Iglesia misionera, que sabe meditar adorando y amando tu Palabra, para transformarla en vida y comunicarla a todos los hermanos. Amén.

04 agosto 2012

Hans Urs von Balthasar ante el integrismo cristiano

El entonces cardenal Joseph Ratizinger recordaba a Han Urs von Balthasar (1905-1988), junto a Henri de Lubac (1896-1991), como las dos personas de mayor formación teológica y cultural que había conocido (Mi vida, Madrid, Encuentro, 2005, p. 145). Con ambos, el hoy Papa Benedicto XVI fundó en 1972 la revista Communio.
Reproducimos un texto en que el teólogo suizo previene contra el integrismo cristiano, y que puede servirnos como elemento de reflexión sobre la actuación cristiana en la esfera política:

Los dos polos, reino del mundo y reino de Dios, naturaleza y gracia, deben conservar su ley y su praxis propias para mantener la dignidad que les corresponde. La convergencia de ambas esferas (en un punto omega) es una empresa inaccesible al hombre mientras Dios se reserve la libertad de venir de noche, como un ladrón , y de recurrir al dinamismo de la cruz.
Por eso le está vedada también al cristiano esa forma de síntesis que nosotros hemos llamado “integrismo” […]: la utilización (con olvido de Dios) de medios de poder específicamente mundanos para una supuesta promoción del reino de Dios en la tierra. La intención puede ser sana, pero es malsana la identidad ingenuamente sobreentendida entre el reino de Dios y la influencia político-cultural de la Iglesia, influencia que suele equivaler después en la práctica a la prepotencia de un grupo de mercenarios cristianos que ansían conquistar el mundo.
(BALTHASAR, Hans Urs von, Quién es cristiano, Sígueme, Salamanca, 2000, p. 107-108)

03 agosto 2012

Talleres de verano. Ateneu Sant Roc


Hoy queremos señalar como ejemplo de trabajo socioeducativo de inserción social, los talleres de verano que se están realizando en el Ateneu Sant Roc de Badalona, ciudad del área metropolitana de Barcelona, que cuenta desde hace décadas con un elevado porcentaje de población inmigrante. Es una zona especialmente castigada por las dificultades económicas, agravadas por la crisis y con problemas de cohesión social, debido a la diversidad de orígenes de los habitantes.
Estos talleres van dirigidos a chicos y a chicas que, una vez terminado el curso escolar, no disponen de muchas alternativas para emplear el ocio de forma constructiva. Allí pueden disfrutar de una piscina, excursiones y juegos de carácter cooperativo.
El Ateneu Sant Roc está patrocinado por entidades públicas y privadas, entre las que destacamos la parroquia de los P.P. Agustinos de la Provincia de Filipinas.
A continuación presentamos uno de los vídeos que han realizado para poder ver de una manera más plástica las actividades. En él, se expresan en catalán, pero, con un poco de esfuerzo, podemos entender. De no ser así, las imágenes hablan por sí solas.


02 agosto 2012

Cristo y el camino zen


Carmen Sáez Gutiérrez

RAGUIN, Yves. Plenitud y vacío. Cristo y el camino zen. Ed. Narcea, 2010, 13,5 x 21, 91 pp.

Yves Raguin, jesuíta y estudioso de la lengua y cultura chinas y gran maestro de espiritualidad cristiana, fallecido hace poco más de una década, escribió dos ensayos: El vacío interior, camino hacia Dios y Relato de Roucas, en los que intenta buscar el encuentro entre la experiencia espiritual cristiana y la de otras tradiciones, en concreto la budista. Estos relatos han sido prologados y preparados para su publicación por el P. Benoît Vermander, su sucesor al frente del Instituto Ricci de Taipei con el título de la presente obra.
En el trancurso de unos Ejercicios espirituales, una religiosa católica oriental le preguntó acerca del lugar de Cristo en el camino zen Este fue el inicio de una profunda reflexión y vivencia espiritual, expresada en este libro. Partiendo de la invitación que Cristo hace a los apóstoles a tomar conciencia de su vida interior y de la necesidad de separarse de Él para volver y enviarles el Espíritu, imagina el proceso cristiano que debe desarrollar alguien que quiere  seguir el camino zen. De la experiencia de vacuidad total y la toma de conciencia del propio ser surge la presencia del Absoluto, en estrecha relación con Cristo. Así la salvación no es algo externo sino un encuentro con Cristo asumiendo el propio ser en Él. Es la integración del Amor de Dios que transforma la propia vida. De la misma forma el tránsito de la muerte a la vida tiene una analogía en el vacío que es preciso experimentar para alcanzar la plenitud.
Por otra parte, se aleja del zen y se acerca al taoísmo al tratar de explicar la aproximación del misterio trinitario cristiano con la definición del Absoluto por oposición del ser y no ser en una realidad idéntica.
El libro es apasionante en cuanto testimonio de una trayectoria personal de búsqueda y expresión de una reflexión que lleva a un tiempo a la fe y al compromiso.



01 agosto 2012

Melchor Rodríguez García. El ejemplo de un hombre justo


Francisco Javier Bernad Morales


Es, sin duda, la guerra una situación excepcional en que la tragedia hace aflorar lo más profundo del alma humana. Muchos se dejan arrastrar por la bajeza moral, la crueldad y la cobardía, pues, como señalaba Gila en uno de sus inmortales monólogos: “Aquí te hinchas a matar, y la policía no te hace nada.” Pero en otros resplandece el sentido de la justicia y del deber hasta extremos heroicos. No me refiero, claro está, a esa concepción abyecta que confunde el deber con la obediencia a los superiores, sino a esa otra, de raíz kantiana, que lo entiende como obligación de seguir los dictados de la conciencia, cuando esta nos muestra unas normas de conducta, cuyo alcance la razón nos dice universal.
Seguramente, son muy pocos quienes han oído hablar en alguna ocasión de Melchor Rodríguez García. Se trata, sin embargo, de un auténtico héroe en el sentido que acabo de indicar. Nació en Sevilla en 1893 en el seno de una familia extremadamente pobre, en la que su madre, muy pronto viuda, hubo de sacar adelante a tres hijos, trabajando como costurera y cigarrera. Melchor tuvo que buscar muy joven una forma de ganarse la vida, y así probó suerte como calderero e incluso torero, antes de trasladarse a Madrid, donde trabajó como chapista. Afiliado a la CNT, sufrió prisión en varias ocasiones, y poco a poco, se convirtió en un dirigente obrero conocido y respetado. Pero su gran momento llegaría con la guerra Civil.
La sublevación de gran parte del ejército el 18 de julio de 1936 no alcanzó a terminar con el régimen republicano, pues fracasó en amplias zonas de España, entre ellas Madrid, por lo que desembocó en una larga guerra. No debemos pensar, sin embargo, que en los territorios que escaparon al control militar continuara vigente, sin más, la legalidad republicana. Al contrario, en ellos se produjo un colapso del aparato del Estado, al iniciarse un proceso revolucionario en que los partidos y sindicatos de izquierdas se hicieron con el poder, marginando a unas autoridades impotentes y atemorizadas.
Ante el avance de los sublevados, el gobierno de la República, presidido por Francisco Largo Caballero, determinó trasladarse a Valencia y ordenó al general Miaja la formación de una Junta de Defensa en la capital (6 de noviembre). En el nuevo organismo, Santiago Carrillo quedó como encargado del orden público. Las cárceles de Madrid estaban en aquel momento saturadas de presos sobre los que pesaba la acusación o simplemente la sospecha de pertenecer a organizaciones de derechas o simpatizar con el levantamiento militar. El día 7 se inició su traslado a Valencia, pero la mayor parte de los convoyes solo llegaron hasta Paracuellos del Jarama, donde los presos fueron fusilados por milicianos supuestamente incontrolados. En estas circunstancias, Melchor Rodríguez fue nombrado Delegado de Prisiones en Madrid el día 10, pero ante la imposibilidad de detener las matanzas, por la falta de colaboración del resto de las autoridades, dimitió cuatro días después. No obstante, el ministro de Justicia, el también anarquista Juan García Oliver, le reiteró su confianza, por lo que el 4 de diciembre retornó a su puesto, esta vez con plenos poderes. Inmediatamente, adoptó una serie de medidas para proteger a los presos de las sacas por los milicianos y, pronto, poniendo en riesgo en varias ocasiones su propia vida, puso fin a los asesinatos. Una de sus actuaciones más destacadas tuvo lugar el 8 de diciembre, cuando, tras un bombardeo franquista, un nutrido grupo de milicianos se presentó ante la cárcel de Alcalá de Henares, exigiendo la entrega de los presos. Melchor Rodríguez se trasladó allí de inmediato y, tras dar orden a los funcionarios de que si le pasaba algo repartieran armas a los reclusos para que pudieran defenderse, se enfrentó a los concentrados, quienes finalmente abandonaron el lugar.
Al final de la guerra, se negó a dejar Madrid, por lo que fue capturado y sometido a un juicio en el que el fiscal pidió veinte años de cárcel. El propio general Muñoz Grandes declaró en su favor y presentó las firmas de miles de personas que agradecían a Melchor Rodríguez haberles salvado la vida. No obstante, fue condenado y permaneció en prisión hasta 1944.
Una vez en libertad, trabajó como agente de seguros, sin renunciar nunca a sus ideas anarquistas. Cuando murió, en 1972, el gobierno franquista permitió que su féretro se cubriera con la bandera de la CNT y que en el entierro se cantara el himno anarcosindicalista A las barricadas.