29 septiembre 2013

A que faz os pecadores. Cantiga de Santa María 234.

Alfonso X el Sabio. Intérprete Gilles Binchois. Director Dominique Vellard



[Esta é como Santa Maria de Vila-Sirga fez oyr e falar un moço que era sordo e mudo, porque teve vigia ha noit' ant' o seu altar]

A que faz os peccadores dos peccados repentir,
ben pod' os mudos e sordos fazer falar e oyr.

Ca macar é mui gran cousa de fazer mudo falar
e oyr o que for sordo, mui mayor, se Deus m'anpar,
é de perdõar peccados; ca se de Deus non gannar
vertude pera fazelo, non pod' aquesto comprir.

A que faz os peccadores dos peccados repentir ...

E porend' a groriosa Virgen, que o troux' en sy
enserrado no seu corpo, fez, per com' eu aprendi,
falar ha vez un mudo que era sord' outrossi,
e destas duas doores o foi muy toste guarir.

A que faz os peccadores dos peccados repentir ...

Este moço de Saldanna era, per com' apres' ey,
natural, e Don Rodrigo o criou, per quant' eu sei,
[que tiinn' aquela terra, ca ric-om' era del Rey,
e que con seus cavaleiros lle avia de servir.

A que faz os peccadores dos peccados repentir ...

Onde ll' avo un dia que en coraçon ll' entrou
que sse foss' a Vila-Sirga; e foi y, e pois chegou,]
aquel moço sord' e mudo alá consigo levou
e feze-o essa noite ben ant' o altar dormir.

A que faz os peccadores dos peccados repentir ...

Outro dia na mannaa a missa mandou dizer
da Virgen Santa Maria, de que Deus quiso naçer;
e quando foi ena sagra, começou-ss' a correger
a lingua daquele moço e as orellas d' abrir.

A que faz os peccadores dos peccados repentir ...

E quand' a missa foi dita, que non faliu ende ren,
falou log' aquele moço e outrossi oyu ben;
e quantos ali estavan loaron muito poren
a Virgen Santa Maria, e foron-ll' alg' offerir.

A que faz os peccadores dos peccados repentir ...

28 septiembre 2013

Juan Pablo II a los campesinos e indígenas de Temuco

Discurso de Juan Pablo II a los campesinos e indígenas (Temuco)

Juan Pablo II

…El mensaje del Papa se dirige a todos, porque todos, por encima de cualquier diferencia étnica o cultural, sois hijos de Dios, porque como nos dice San Pablo: todos habéis sido igualmente "elegidos de Dios" (Col. 3, 15) llamados a formar un solo Cuerpo, que es la Iglesia (cf. Col. 3, 15). Como afirma el mismo Apóstol, refiriéndose a los pueblos y categorías de su tiempo, en Cristo "no hay griego y judío; circuncisión e incircuncisión; bárbaro, escita, esclavo, libre, sino que Cristo es todos y en todos" (Col. 3, 1 l).

La fe, queridos hermanos y hermanas, supera las diferencias entre los hombres. La fe da vida a un nuevo pueblo: el pueblo de los hijos de Dios. Sin embargo, aun superando las diferencias, la fe no las destruye sino que las respeta. La unidad de todos nosotros en Cristo no significa, desde el punto de vista humano, uniformidad. Al contrario, la Iglesia, la familia de Dios, de la que todos nosotros formamos parte, se siente enriquecida al acoger la múltiple diversidad y variedad de todos sus miembros. 
Por eso, el Papa, hoy desde Temuco, alienta a los mapuches a que conserven con sano orgullo la cultura de su pueblo: las tradiciones y costumbres, el idioma y los valores propios. El hombre es imagen y semejanza de Dios; por esto mismo, el amor de Cristo a los hombres alcanza también a todas las múltiples formas en las que el hombre se expresa conforme a esa imagen y semejanza. Al defender vuestra identidad, no sólo ejercéis un derecho, sino que cumplís también un deber: el deber de transmitir vuestra cultura a las generaciones venideras, enriqueciendo, de este modo, a toda la nación chilena, con vuestros valores bien conocidos: el amor a la tierra, el indómito amor a la libertad, la unidad de vuestras familias.
Sed conscientes de las ancestrales riquezas de vuestro pueblo y hacedlas fructificar. Sed conscientes, sobre todo, del gran tesoro que, por la gracia de Dios, habéis recibido: vuestra fe católica.
A la luz de la fe en Cristo, lograréis que vuestro pueblo, fiel a sus legítimas tradiciones crezca y progrese tanto en lo material como en lo espiritual, difundiendo así los dones que Dios le ha otorgado. Iluminados siempre por la fe en Cristo, veréis en los demás hombres, por encima de cualquier diferencia de raza o cultura, a hermanos vuestros, y los sabréis comprender y querer. La fe agrandará vuestro corazón para que quepan en él todos los hombres, especialmente quienes forman parte con vosotros de la nación chilena; a su lado y en unión con ellos habéis de trabajar sólidamente en favor de la patria y el bien común. Y esa misma fe llevará a todos los chilenos a amaros, a respetar vuestra idiosincrasia y a unirse con vosotros en la construcción de un futuro en el que todos sean parte activa y responsable, como corresponde a la dignidad humana y cristiana…

26 septiembre 2013

Piedad

De nuevo escuchamos la hermosa voz de la monja maronita Marie Keyrouz. Con ella recordamos a los lectores la difícil situación que viven nuestros hermanos en Líbano, Siria, Egipto, Irak y tantos otros lugares.

25 septiembre 2013

La oración

Rabindanath Tagore

   Cuando el corazón está seco y árido, desciende sobre mí resuelto en lluvia de
bondad y de frescura.
   Cuando la vida, borrada su gracia, se haga dura y torva, ven a mí en floración de cantos.
   Cuando el tumulto eleve en todas partes su vocerío y su ráfaga, aventándome lejos, por el 
suelo, ven a mí, Señor del silencio, con tu paz y tu serenidad.
   Cuando mi corazón miserable solloce abandonado en un rincón de su cárcel, abre de par
en par la puerta con tu aliento, Rey mío, y ven a mí con la gloria de un rey.
   Cuando el deseo ciegue mi espíritu, con su ilusión y con su polvo, Tú, el solo santo, Tú,
el vigilante, ven a mí con tu relámpago y tu trueno.

24 septiembre 2013

Ave Verum Corpus

Hermosa pieza de Mozart, dirigida por Leonard Bernstein.

23 septiembre 2013

En Pedro permanece lo que Cristo instituyó

San León Magno, papa

También nosotros recibimos alivio en nuestro ministerio apostólico de su especial y constante protección, y nunca nos vemos desprovistos de su ayuda. Es tal, en efecto, la solidez de los cimientos sobre los que se levanta el edificio de la Iglesia que, por muy grande que sea la mole del edificio que sostienen, no se resquebrajan.
La firmeza de aquella fe del príncipe de los apóstoles, que mereció ser alabada por el Señor, es eterna. Y así como persiste lo que Pedro afirmó de Cristo, así permanece también lo que Cristo edificó sobre Pedro. Permanece, pues, lo que la Verdad dispuso, y el bienaventurado Pedro, firme en aquella solidez de piedra que le fue otorgada, no ha abandonado el timón de la Iglesia que el Señor le encomendara.
Pedro ha sido colocado por encima de todo, de tal forma que en los mismos nombres que tiene podemos conocer hasta qué punto estaba unido a Cristo: él, en efecto, es llamado: piedra, fundamento, portero del reino de los cielos, árbitro de lo que hay que atar y desatar; por ello, hay que acatar en los cielos el fallo de las sentencias que él da en la tierra.
Pedro sigue ahora cumpliendo con mayor plenitud y eficacia la misión que le fue encomendada, y, glorificado en Cristo y con Cristo, continúa ejerciendo los servicios que le fueron confiados.
Si, pues, hacemos algo rectamente y lo ejecutamos con prudencia, si algo alcanzamos de la misericordia divina con nuestra oración cotidiana, es en virtud y por los méritos de aquel cuyo poder pervive en esta sede cuya autoridad brilla en la misma.
Todo ello es fruto, amados hermanos, de aquella confesión que, inspirada por el Padre en el corazón de Pedro, supera todas las incertidumbres de las opiniones humanas y alcanza la firmeza de la roca que no será nunca cuarteada por ninguna violencia.
En toda la Iglesia, Pedro confiesa diariamente: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo, y toda lengua que confiesa al Señor está guiada por el magisterio de esta confesión.

22 septiembre 2013

Contaminación en la Amazonia peruana

Los padres Manolo Berjón y Miguel Ángel Cadenas nos hacen llegar esta carta enviada por la parroquia de Santa Rita de Castilla.

Sr. Presidente Comunal
Comunidad:
Santa Rita de Castilla, 16 de septiembre de 2013

De nuestra consideración:

Por la presente reciba un saludo cordial al tiempo que deseamos se encuentre bien de salud junto con su familia y su comunidad.

Queremos darle a conocer un gran esfuerzo que se está realizando en nuestra zona. Las organizaciones indígenas ACODECOSPAT, AIDECOS y HUAYNAKANA KAMATAWARAKANA están en un proceso importante y muy interesante, que nosotros apoyamos plenamente. Han conseguido que el Estado peruano recolecte muestras de agua, de suelo y de sedimentos, mas la verificación de la situación real de los 18 km de ducto (tubería) que va a los pozos petroleros frente a San José de Saramuro. Es la primera vez que el Estado peruano cumple este trabajo con las organizaciones indígenas para realizar este importante y trascendental compromiso.

© ACODECOSPAT 2013

Esta comisión estaba conformada, por parte del Estado peruano, por los siguientes ministerios:
- Ministerio del Ambiente:
- ANA (Autoridad Nacional del Agua),
- OEFA (Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental),
- SERNANP (Servicio Nacional de Areas Naturales Protegidas),
- Ministerio de Salud: DIGESA (Dirección General de Salud Ambiental),
- Ministerio de Energía y Minas: OSINERGMIN (Organismo Supervisor de la Inversión en Energía y Minería)

Por parte de las organizaciones indígenas han participado diversas personas de ACODECOSPAT que han visitado la zona para recolectar las muestras anteriormente dichas. Todo ello se llevó a cabo a mitad de setiembre 2013. Se va a necesitar un tiempo de espera, posiblemente hasta el próximo año, para que analicen estas muestras en el laboratorio y midan los niveles de contaminación.

Sin formar parte de esta comisión, por su cuenta, Pluspetrol también ha sacado muestras, seguramente para contrastar con los datos que obtenga el Estado peruano y poderse defender de las acusaciones de contaminación que se les viene encima. Felizmente el Estado peruano no ha permitido que Pluspetrol integre esta comisión, aunque ha ido a la cola, como ‘seguilón’, en un deslizador propio, pero no forma parte de la comisión Estado peruano – organizaciones indígenas de la zona.

Nos estamos jugando mucho. Hay que tener especial cuidado. Ahora más que nunca debemos estar unidos. Los resultados del Estado servirán para analizar los niveles de contaminación. Con esos resultados se podrá negociar con el Estado mejores condiciones de vida (remediación, limpieza de la contaminación, salud, educación, comunicaciones, becas, trabajo…). No olvidemos que Pluspetrol tiene su gente, también en el Estado peruano, no trabajemos para ellos, que ya se defienden solitos.

© ACODECOSPAT 2013

Nuestro interés debe ser qué hace el Estado peruano. Un dato: de los pozos petroleros del Lote 8 que hay en la Reserva Nacional Pacaya Samiria (frente a San José de Saramuro) y en algunos lugares del río Corrientes, Pluspetrol ha pagado al Estado peruano, en concepto de regalías, la cantidad de $US 1,110 millones (mil ciento diez millones de dólares americanos, casi tres mil millones de soles) desde que Pluspetrol extrae petróleo en este lote. ¿Cuánto ha ganado Pluspetrol? ¿Qué hace el Estado peruano con este dinero? ¿Cómo están nuestras comunidades? ¿Y nuestros hijos, que tienen que ir a buscar trabajo en Lima porque acá no hay futuro? De eso se trata, de nosotros y nuestros hijos. No dejemos que nos dividan las petroleras. Ya nos han engañado muchas veces. Queremos, exigimos que el Estado peruano nos trate como ciudadanos de primera categoría, como lo que somos: indígenas kukama, con orgullo, con mucho orgullo. No olvidemos que son las organizaciones indígenas las que han conseguido que el Estado peruano realice este trabajo, no otras organizaciones ni instituciones. A ellos, a las organizaciones indígenas, les debemos este fuerzo. Y a estas organizaciones indígenas apoyamos.

El éxito de todo este esfuerzo y trabajo es que todas las comunidades estén enteradas y participen en la exigencia de sus derechos. No es suficiente que las organizaciones trabajen. Necesitan nuestro apoyo, nuestras propuestas y toda la fuerza que tengamos y podamos conseguir. Nunca se sabe lo que puede suceder, pero podemos estar frente a una situación de gran importancia para el presente y el futuro.

Mientras esperamos los resultados de estos análisis debemos avanzar cómo queremos vivir en el presente y en el fututo, nosotros y nuestros hijos. No pensemos por las petroleras, sus hijos estudian en las mejores universidades y nos les pica el zancudo. Pensemos por nosotros y por nuestros hijos.

© ACODECOSPAT 2013

Terminamos con dos citas, una incompleta para que ustedes la cuenten y se rían, y otra de la Biblia. La primera de ellas dice así: “los animales estaban de fiesta. No querían invitar al sapo y al lagarto, por bocones. Y tampoco al tigre, por mal borracho. El tigre estaba queriendo pelear. El isango canta y el tigre quiere matarle, pero no le ve. El isango sube por la pata del tigre y grita en su oreja y el tigre se asusta”. Ustedes saben contarlo mejor, y deben contarlo. Es muy importante contarlo en la asamblea comunal cuando se lea esta carta.

La segunda cita dice así: “les aseguro que lo que hicieron a uno de estos más pequeños, me lo hicieron a mi” (Mt 25, 40). Para Jesucristo los más pequeños son ustedes, la gente de las comunidades, no las empresas. Nosotros rezamos para que este proceso sea bueno para las comunidades. Que Dios les bendiga.

Atentamente,

P. Manolo Berjón         
P. Miguel Ángel Cadenas                                                                
Parroquia Santa Rita de Castilla                               
Río Marañón                                                                                   

21 septiembre 2013

Entrevista al Papa Francisco

El Papa Francisco ha concedido al periodista jesuita Antonio Spadaro una larga entrevista en la que afronta los más diversos asuntos, sin eludir cuestiones personales. En ella expresa ideas firmemente ancladas en una rica vivencia personal, engarzadas por el hilo conductor de la visión de una Iglesia humilde y comprensiva, autocrítica y abierta al diálogo. La riqueza de su contenido, del que se han hecho eco los medios de comunicación, hace difícil entresacar un contenido especialmente significativo, pues eso implica que, contra nuestra voluntad, estamos relegando otros a un segundo término. No obstante, nos ha parecido oportuno correr el riesgo y reproducir algunas de sus palabras.

Si una persona dice que ha encontrado a Dios con certeza total y ni le roza un margen de incertidumbre, algo no va bien. Yo tengo esto por una clave importante. Si uno tiene respuestas a todas las preguntas, estamos ante una prueba de que Dios no está con él. Quiere decir que es un falso profeta que usa la religión en bien propio. Los grandes guías del pueblo de Dios, como Moisés, siempre han dado espacio a la duda. Tenemos que hacer espacio al Señor, no a nuestras certezas, hemos de ser humildes. En todo discernimiento verdadero, abierto  a la confirmación de la consolación espiritual, está presente la incertidumbre.

El riesgo que existe, pues, en el buscar y hallar a Dios en todas las cosas, son los deseos de ser demasiado explícito, de decir con certeza humana y con arrogancia: ‘Dios está aquí’. Así encontraríamos solo un Dios a medida nuestra. La actitud correcta es la agustiniana: buscar a Dios para hallarlo, y hallarlo para buscarle siempre. Y frecuentemente se busca a tientas, como leemos en la Biblia. Esta es la experiencia de los grandes Padres de la fe, modelo nuestro. Hay que releer el capítulo 11 de la Carta a los Hebreos. Abrahán, por la fe, partió sin saber a dónde iba. Todos nuestros antepasados en la fe murieron teniendo ante los ojos los bienes prometidos, pero muy a lo lejos... No se nos ha entregado la vida como un guion en el que ya todo estuviera escrito, sino que consiste en andar, caminar, hacer, buscar, ver… Hay que embarcarse en la aventura de la búsqueda del encuentro y del dejarse buscar y dejarse encontrar por Dios.

Quien desee leer la entrevista completa puede pulsar sobre el siguiente enlace: http://www.abc.es/gestordocumental/uploads/Sociedad/Entrevista_completa_Papa_Francisco.pdf

20 septiembre 2013

¿Quién se acordará?

Gustavo Adolfo Bécquer

Al ver mis horas de fiebre
e insomnio lentas pasar,
a la orilla de mi lecho,
¿quién se sentará?

Cuando la trémula mano,
tienda próxima a expirar,
buscando una mano amiga,
¿quién la estrechará?

Cuando la muerte vidríe
de mis ojos de cristal,
mis párpados aún abiertos
¿quién los cerrará?

Cuando la campana suene
_si suena en mi funeral_,
una oración al oírla,
¿quién murmurará?

Cuando mis pálidos restos
oprima la tierra ya,
sobre la olvidada fosa
¿quién vendrá a llorar?

¿Quién, en fin, al otro día,
cuando el sol vuelva a brillar;
de que pasé por el mundo,
quién se acordará?


Rima LXI

18 septiembre 2013

La viña de Nabot

Francisco Javier Bernad Morales

El episodio narrado en I Reyes 21 muestra con tanta claridad como el del adulterio de David y el asesinato de Urías, las exigencias éticas a que estaba sujeta la monarquía en Israel y la acción vigilante de unos profetas que, inspirados por Yahveh, denuncian sin temor los abusos de los poderosos. No creo incurrir en una exageración al afirmar que en la Biblia hallamos el precedente del J’accuse[1] de Zola, de esa función de conciencia pública que durante algún tiempo, antes de la trahison des clercs[2], se atribuyeron los intelectuales. 

Aunque todos los lectores la conocerán, expondré sumariamente la narración bíblica. El rey Ajab, cuyo reinado podemos situar en la primera mitad del siglo IX a. C., se encaprichó de la viña de uno de sus súbditos, Nabot, y le ofreció comprársela. Pero este rechazó la oferta, por no querer deshacerse del patrimonio de sus antepasados. Eso sumió al rey en un profundo disgusto, que no pasó desapercibido a su esposa Jezabel, quien hizo condenar a Nabot con falsas acusaciones, a fin de apoderarse de sus bienes, lo que fue denunciado como un crimen por Elías.

Al respecto, caben algunas consideraciones. Llama la atención que Ajab, presentado como un monarca impío e idólatra, no ose, sin embargo, utilizar su poder para hacerse con aquello que desea. Ese papel queda reservado a Jezabel, una princesa fenicia que, al enterarse del motivo por el que su marido ha perdido la alegría pregunta:

-¿Y tú ejerces ahora la realeza sobre Israel? (I Reyes 21, 7).

Se diría que en su mentalidad no encaja la idea de que el rey haya de renunciar a algo por la negativa de un súbdito a complacerle. Evita, sin embargo, apropiarse de la viña mediante un puro acto de fuerza. Prefiere actuar con disimulo, pagando a falsos testigos para que acusen a Nabot de haber maldecido a Yahveh y al rey. Ella misma parece, pues, consciente de que Israel no habría tolerado una demostración de despotismo. Incluso Ajab, cuando Elías le reprocha su crimen, no reacciona de manera airada, sino que, al contrario, muestra su pesar y arrepentimiento. 

Nos indica esto que incluso un rey injusto sabía que su poder se hallaba limitado por la ley. Obviamente, esta no se entendía como fruto de un acuerdo entre los hombres o de la voluntad de un soberano, sino como expresión del orden querido por Dios, y por él mismo revelado. Elías, al increpar a Ajab, no actúa por iniciativa propia, sino que, como profeta, lo hace inspirado por Yahveh. Es este quien profiere la condena en nombre de una justicia divina intemporal.

Parece significativo que en los relatos históricos de Israel se hallen algunas expresiones claramente reticentes ante la monarquía. Recordemos el episodio de Abimélek (Jueces, 9), proclamado rey en Siquem tras haber asesinado a sus hermanos, y cuya muerte es presentada como un castigo divino.

En la historia del ascenso de Saúl, encontramos una fuerte advertencia de Samuel a quienes le piden ser gobernados por un rey como el resto de las naciones. El profeta les avisa de que el monarca se apoderará de sus campos y les obligará a trabajar a su servicio, les cobrará impuestos y ellos quedarán reducidos a la condición de siervos. Acepta, sin embargo, su petición, pues así se lo ha ordenado el Señor.

-Atiende la voz del pueblo en todo lo que te digan, pues no es a ti a quien recusan, sino que a Mí recusan para que no reine sobre ellos (I Samuel, 8, 7).

El pueblo al aceptar a uno de entre ellos como señor, corre el peligro de apartarse del Único Señor. A partir de entonces, los profetas serán la voz que recuerde constantemente a los poderosos que su orgullo y su arrogancia no son nada ante los ojos Dios, quien les impone la obligación de tratar a los débiles con justicia.


[1] J’accuse es el título de un artículo publicado en 1898 por Émile Zola. En él el novelista salía en defensa del oficial judío Alfred Dreyfuss, condenado sin pruebas por traición, cuando el auténtico culpable era Ferdinand Esterhazy.
[2] La trahison des clercs es la obra más conocida del filósofo francés Julien Benda (1867-1956). En ella reprocha a los intelectuales haberse dejado arrastrar por las pasiones políticas de raza, nación o clase, sacrificando los valores abstractos e intemporales de verdad, razón, justicia y libertad.

17 septiembre 2013

Pablo, pastor

San Agustín

En una ocasión en que Pablo se encontraba en una gran indigencia, preso por la confesión de la verdad, los hermanos le enviaron con qué remediar su indigente necesidad. El les dio las gracias y les dijo: Al socorrer mis necesidades, habéis obrado bien. Yo he aprendido a arreglarme en toda circunstancia. Sé vivir en pobreza y abundancia. Todo lo puedo en aquel que me conforta. En todo caso, hicisteis bien en compartir mi tribulación.
Porque trataba de darles a entender lo que se proponía, a propósito del bien que ellos habían hecho, y no quería ser entre ellos uno de esos que se apacientan a sí mismos en vez de a las ovejas, por eso, más que alegrarse de que hubiesen acudido a remediar su necesidad, quiso congratularse de su fecundidad en buenas obras. ¿Qué era entonces lo que pretendía? No es que yo busque regalos, busco que los intereses se acumulen en vuestra cuenta. «Y no para quedar yo repleto –venía a decirles–, sino para que vosotros no os quedéis desprovistos».
Así, pues, quienes no puedan, como Pablo, sostenerse con el trabajo de sus manos, no duden en aceptar la leche de las ovejas, para sustentarse en sus necesidades, pero que no se olviden de las ovejas débiles. No han de buscar esto como ventaja suya, como si anunciasen el Evangelio para remedio de su pobreza, sino con el fin de poder entregarse a la preparación de la palabra de verdad con la que han de iluminar a los hombres. Pues son como luminarias, según está dicho: Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas; y: No se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de la casa. Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.
Si en tu casa se encendiera una lámpara, ¿no le pondrías aceite para que no se apagara? Y, si, después de ponerle aceite, la lámpara no alumbrara, no se la colocaría en el candelero, sino que inmediatamente se la tiraría. La necesidad autoriza, pues, a aceptar, y la caridad, a dar los medios necesarios para la subsistencia. Y ello no porque el Evangelio sea algo banal, como si lo recibido como medio de vida por quienes lo anuncian fuera su precio. Si así lo estuvieran vendiendo, lo estarían malvendiendo. En efecto, si el sustento de sus necesidades han de recibirlo del pueblo, el premio de su entrega es de Dios de quien tienen que aguardarlo. Pues el pueblo no puede otorgar la recompensa a quienes le sirven en la caridad del Evangelio. Éstos no aguardan su premio sino del mismo Señor de quien el pueblo espera su salvación.
Entonces, ¿por qué se increpa y acusa a aquellos pastores? Porque, mientras bebían la leche y se vestían con la lana de las ovejas, no se ocupaban de ellas. Buscaban, pues, su interés, no el de Jesucristo. , Sermón sobre los pastores

Del sermón sobre los pastores. Sermón 46,4-5




14 septiembre 2013

La exaltación de la Santa Cruz

La Exaltación de la Santa Cruz

Himno

Brille la cruz del Verbo luminosa,
Brille como la carne sacratísima
De aquel Jesús nacido de la Virgen
Que en la gloria del Padre vive y brilla.

Gemía Adán, doliente y conturbado,
Lágrimas Eva junto a Adán vertía;
Brillen sus rostros por la cruz gloriosa,
Cruz que se enciende cuándo el Verbo expira.

¡Salve cruz de los montes y caminos, 
junto al enfermo suave medicina,
regio trono de Cristo en las familias,
cruz de nuestra fe, salve, cruz bendita!

Reine el señor crucificado,
Levantando la cruz donde moría;
Nuestros enfermos ojos buscan luz, 
Nuestros labios, el río de la vida.

Te adoramos, oh cruz que fabricamos,
Pecadores, con manos deicidas;
Te adoramos, ornato del Señor,
Sacramento de nuestra eterna dicha. Amén 

13 septiembre 2013

Carta del Papa Francisco a Eugenio Scalfari

Reproducimos la carta enviada por el Papa Francisco a Eugenio Scalfari, director de La Reppublica, que, a nuestro modo de ver, constituye un modelo de cómo debe abordarse un diálogo serio con los no creyentes. Pese a su extensión, hemos considerado necesario no extractarla a fin de conservar toda la riqueza de su contenido. Tampoco nos ha parecido oportuno dividirla en sucesivas entregas, pues eso habría dificultado una adecuada comprensión. 

Apreciado doctor Scalfari: Es con profunda cordialidad que al menos a grandes líneas quisiera tratar de responder a la carta en que, desde las páginas de La Repubblica, se ha querido dirigir a mí el 7 de julio con una serie de reflexiones personales, que luego ha enriquecido en las páginas del mismo diario el 7 de agosto. Le agradezco, en primer lugar, la atención con la que leyó la encíclica Lumen Fidei.

La cual en la intención de mi amado predecesor, Benedicto XVI, que la concibió y escribió en gran parte, y que con gratitud, heredé, se dirige no solo a confirmar en la fe en Jesucristo a aquellos que en aquella ya se reconocen, sino también para despertar un diálogo sincero y riguroso con quien, como usted, se define "un no creyente por muchos años, interesado y fascinado por la predicación de Jesús de Nazaret".

Por lo tanto, creo que es muy positivo, no solo para nosotros individualmente, sino también para la sociedad en la que vivimos, detenernos para dialogar de algo tan importante como es la fe, que se refiere a la predicación y a la figura de Jesús. Creo que hay, en particular, dos circunstancias que hacen que este diálogo sea hoy sea un deber y algo valioso.

Como se sabe, uno de los principales objetivos del Concilio Vaticano II, querido por el papa Juan XXIII y por el ministerio de los papas, es la sensibilidad y contribución que cada uno desde entonces hasta ahora ha dado según el patrón establecido por el Concilio. La primera de las circunstancias --como se recuerda en las páginas iniciales de la Encíclica-- deriva del hecho que a lo largo de los siglos de la modernidad, se produjo una paradoja: la fe cristiana, cuya novedad e incidencia sobre la vida del hombre desde el principio han sido expresados precisamente a través del símbolo de la luz, a menudo ha sido calificada como la oscuridad de la superstición que se opone a la luz de la razón. Así entre la Iglesia y la cultura de inspiración cristiana, por una parte, y la cultura moderna de carácter ilustrado, por la otra, se ha llegado a la incomunicación. Ahora ha llegado el momento, y el Vaticano II ha inaugurado justamente la estación, de un diálogo abierto y sin prejuicios que vuelva a abrir las puertas para un serio y fructífero encuentro.

La segunda circunstancia, para quien busca ser fiel al don de seguir a Jesús en la luz de la fe, viene del hecho de que este diálogo no es un accesorio secundario de la existencia del creyente: es en cambio una expresión íntima e indispensable. Permítame citarle una afirmación en mi opinión muy importante de la Encíclica: visto que la verdad testimoniada por la fe es aquella del amor -subraya-- «está claro que la fe no es intransigente, sino que crece en la convivencia que respeta al otro. El creyente no es arrogante; por el contrario, la verdad lo hace humilde, consciente de que, más que poseerla nosotros, es ella la que nos abraza y nos posee. Lejos de ponernos rígidos, la seguridad de la fe nos pone en camino, y hace posible el testimonio y el diálogo con todos» ( n. 34 ). Este es el espíritu que anima las palabras que le escribo.

La fe, para mí, nace de un encuentro con Jesús. Un encuentro personal, que ha tocado mi corazón y ha dado una dirección y un nuevo sentido a mi existencia. Pero al mismo tiempo es un encuentro que fue posible gracias a la comunidad de fe en la que viví y gracias a la cual encontré el acceso a la sabiduría de la Sagrada Escritura, a la vida nueva que como agua brota de Jesús a través de los sacramentos, de la fraternidad con todos y del servicio a los pobres, imagen verdadera del Señor.

Sin la Iglesia -créame--, no habría sido capaz de encontrar a Jesús , mismo siendo consciente de que el inmenso don que es la fe se conserva en las frágiles odres de barro de nuestra humanidad. Y es aquí precisamente, a partir de esta experiencia personal de fe vivida en la Iglesia, que me siento cómodo al escuchar sus preguntas y en buscar, junto con usted, el camino a través del cual podamos, quizás, comenzar a hacer una parte del camino juntos.

Perdóneme si no sigo paso a paso los argumentos propuestos por usted en el editorial del 7 de julio. A mí me parece más fructífero -o por lo menos es más agradable para mí- ir de una determinada manera al corazón de sus consideraciones. No entro ni siquiera en el modo de exposición seguida por la encíclica, en la que usted advierte la falta de una sección dedicada específicamente a la experiencia histórica de Jesús de Nazaret.

Observo únicamente, para empezar, que un análisis de este tipo no es secundario. Se trata de hecho, siguiendo después la lógica que guía el desarrollo de la encíclica, de centrar la atención sobre el significado de lo que Jesús dijo e hizo, y así, en última instancia, de lo que Jesús fue y es para nosotros. Las cartas de Pablo y el evangelio de Juan, a los que se hace especial referencia en la Encíclica, se construyen, de hecho, en el sólido fundamento del ministerio mesiánico de Jesús de Nazaret, que llegan a su auge resolutivo en la pascua de muerte y resurrección. Así es que, es necesario confrontarse con Jesús, diría yo, en la realidad y la rudeza de su historia, así como se nos relata sobre todo en el Evangelio más antiguo, el de Marcos.

Observamos entonces que el «escándalo» que la palabra y la práctica de Jesús causan alrededor de él, derivan de su extraordinaria «autoridad»: una palabra, esta, atestiguada desde el Evangelio de Marcos, pero que no es fácil reportar bien en italiano. La palabra griega es «exousia», que literalmente se refiere a lo que «viene del ser», de lo que es. No se trata de algo externo o forzado, sino de algo que emana de su interior y que se impone por sí mismo. Jesús realmente golpea, confunde, innova --como él mismo dice-- a partir de su relación con Dios, llamado familiarmente Abbà, lo que le da a esta «autoridad» para que él la emplee a favor de los hombres.

Así, Jesús predica «como quien tiene autoridad», cura, llama a sus discípulos a seguirle, perdona... cosas todas que en el Antiguo Testamento, son de Dios y solo de Dios. La pregunta que más retorna en el Evangelio de Marcos es: «¿Quién es este que ...?» , y que tiene que ver con la identidad de Jesús, nace de la constatación de una autoridad diferente a la del mundo, una autoridad que no tiene la intención de ejercer el poder sobre los demás, sino para servir , para darles la libertad y la plenitud de la vida. Y esto al punto de jugarse la propia vida, hasta experimentar la incomprensión, la traición, el rechazo; hasta ser condenado a muerte, hasta caer en el estado de abandono sobre la cruz.

Pero Jesús se mantuvo fiel a Dios hasta el final. Y es precisamente entonces --como exclama el centurión romano al pie de la cruz, en el Evangelio de Marcos--, cuando Jesús se muestra, paradójicamente, ¡como el Hijo de Dios! Hijo de un Dios que es amor y que quiere, con todo su ser, que el hombre, cada hombre, se descubra y viva también él como su verdadero hijo. Esto, para la fe cristiana, está certificado por el hecho de que Jesús ha resucitado: no para demostrar el triunfo sobre aquellos que lo han rechazado, sino para dar fe de que el amor de Dios es más fuerte que la muerte, que el perdón de Dios es más fuerte que todo pecado, y que vale la pena emplear la propia vida, hasta el final, para dar testimonio de este gran regalo.

La fe cristiana cree que esto: que Jesús es el Hijo de Dios que vino a dar su vida para abrir a todos el camino del amor. Por lo tanto tiene razón, querido doctor Scalfari, cuando ve en la encarnación del Hijo de Dios la piedra angular de la fe cristiana. Tertuliano escribía: «caro cardo salutis», la carne (de Cristo) es la base de la salvación. Porque la Encarnación, es decir, el hecho de que el Hijo de Dios haya venido en nuestra carne y haya compartido alegrías y tristezas, triunfos y derrotas de nuestra existencia, hasta el grito de la cruz, experimentando todo en el amor y en la fidelidad al Abbà, testimonia el increíble amor que Dios tiene respecto a cada hombre, el valor inestimable que le reconoce. Cada uno de nosotros, por lo tanto, está llamado a hacer suya la mirada y la elección del amor de Jesús, para entrar en su manera de ser, de pensar y de actuar. Esta es la fe, con todas las expresiones que se describen puntualmente en la encíclica.

Siempre en el editorial del 7 de julio, usted me pregunta también cómo entender la originalidad de la fe cristiana, ya que esta se basa precisamente en la Encarnación del Hijo de Dios, en comparación con otras creencias que giran en torno a la absoluta trascendencia de Dios. La originalidad, diría yo, radica en el hecho de que la fe nos hace partícipes, en Jesús, en la relación que Él tiene con Dios, que es Abbà y, de este modo, en la relación que Él tiene con todos los demás hombres, incluidos los enemigos, en signo del amor.

En otras palabras, la filiación de Jesús, como ella se presenta a la fe cristiana, no se reveló para marcar una separación insuperable entre Jesús y todos los demás: sino para decirnos que, en Él, todos estamos llamados a ser hijos del único Padre y hermanos entre nosotros. La singularidad de Jesús es para la comunicación, y no para la exclusión. Por cierto, de aquello se deduce también -y no es poca cosa-, aquella distinción entre la esfera religiosa y la esfera política, que está consagrado en el «dar a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César», afirmada claramente por Jesús y en la que, con gran trabajo, se ha construido la historia de Occidente.

La Iglesia, por lo tanto, está llamada a diseminar la levadura y la sal del Evangelio, y por lo tanto, el amor y la misericordia de Dios que llega a todos los hombres, apuntando a la meta ultraterrena y definitiva de nuestro destino, mientras que a la sociedad civil y política le toca la difícil tarea de articular y encarnar en la justicia y en la solidaridad, en el derecho y en la paz, una vida cada vez más humana. Para los que viven la fe cristiana, eso no significa escapar del mundo o de la investigación de cualquier hegemonía, pero al servicio de la humanidad, a todo el hombre y a todos los hombres, a partir de la periferia de la historia y suscitando el sentido de la esperanza que impulsa a hacer el bien a pesar de todo y mirando siempre más allá.

Usted me pregunta también, al término de su primer artículo, qué debemos decirle a nuestros hermanos judíos sobre la promesa hecha a ellos por Dios: ¿acaso quedó en el vacío? Es esta-créame- una pregunta que nos desafía radicalmente, como cristianos, ya que con la ayuda de Dios, especialmente a partir del Concilio Vaticano II, hemos descubierto que el pueblo judío sigue siendo para nosotros, la raíz santa de la que germinó Jesús. También yo, en la amistad que he cultivado a lo largo de todos estos años con nuestros hermanos judíos, en Argentina, muchas veces me cuestioné ante Dios en la oración, sobre todo cuando la mente se iba al recuerdo de la terrible experiencia de la Shoá. Lo que puedo decirle, con el apóstol Pablo, es que nunca ha fallado la fidelidad de Dios a su alianza con Israel y que, a través de las pruebas terribles de estos siglos, los judíos han conservado su fe en Dios. Y por esto, con ellos nunca seremos lo suficientemente agradecidos como Iglesia, sino también como humanidad. Ellos justamente perseverando en la fe en el Dios de la Alianza los invitan a todos, también a nosotros cristianos, al estar siempre a la espera, como los peregrinos, del regreso del Señor y que por lo tanto, siempre debemos estar abiertos a Él y nunca cerrarnos ante lo que ya hemos alcanzado.

Llego así a las tres preguntas que me pone en el artículo del 7 de agosto. Me parece que, en los dos primeros, lo que su corazón quiere es entender la actitud de la Iglesia hacia los que no comparten la fe de Jesús.

En primer lugar, me pregunta si el Dios de los cristianos perdona a los que no creen y no buscan la fe. Teniendo en cuenta que -y es la clave- la misericordia de Dios no tiene límites si nos dirigimos a Él con un corazón sincero y contrito, la cuestión para quienes no creen en Dios es la de obedecer a su propia conciencia. El pecado, aún para los que no tienen fe, existe cuando se va contra la conciencia. Escuchar y obedecerla significa de hecho, decidir ante lo que se percibe como bueno o como malo. Y en esta decisión se juega la bondad o la maldad de nuestras acciones.

En segundo lugar, usted me pregunta si el pensamiento según el cual no existe ningún absoluto, y por lo tanto ninguna verdad absoluta, sino solo una serie de verdades relativas y subjetivas, se trata de un error o de un pecado. Para empezar, yo no hablaría, ni siquiera para quien cree, de una verdad «absoluta», en el sentido de que absoluto es aquello que está desatado, es decir, que sin ningún tipo de relación. Ahora, la verdad, según la fe cristiana, es el amor de Dios hacia nosotros en Cristo Jesús. Por lo tanto, ¡la verdad es una relación! A tal punto que cada uno de nosotros la toma, la verdad, y la expresa a partir de sí mismo: de su historia y cultura, de la situación en la que vive, etc. Esto no quiere decir que la verdad es subjetiva y variable, ni mucho menos. Pero sí significa que se nos da siempre y únicamente como un camino y una vida. ¿No lo dijo acaso el mismo Jesús: «Yo soy el camino, la verdad y la vida»? En otras palabras, la verdad es en definitiva todo un uno con el amor, requiere la humildad y la apertura para ser encontrada, acogida y expresada. Por lo tanto, hay que entender bien las condiciones y, quizás, para salir de los confines de una contraposición absoluta, replantear en profundidad el tema. Creo que esto es hoy una necesidad imperiosa para entablar aquel diálogo pacífico y constructivo que deseaba desde el comienzo de esta mi opinión.

En la última pregunta me interroga si, con la desaparición del hombre sobre la tierra, desaparecerá también el pensamiento capaz de pensar en Dios. Es verdad, la grandeza del hombre está en ser capaz de pensar en Dios. Y por lo tanto, en el poder vivir una relación consciente y responsable con Él.

Pero la relación es entre dos realidades. Dios -este es mi pensamiento y esta es mi experiencia, ¡y cuántos, ayer y hoy lo comparten!-, no es una idea, aunque sea un alto fruto del resultado del pensamiento del hombre. Dios es una realidad con la «R» mayúscula. Jesús lo revela -y tiene una relación viva con Él-, como un Padre de infinita bondad y misericordia. Dios no depende, por lo tanto, de nuestra forma de pensar. Y de otro lado, mismo cuanto terminará la vida del hombre sobre la tierra -y para la fe cristiana de todos modos, este mundo así como lo conocemos está destinado a tener un fin- el hombre no acabará de existir, y en una manera que nosotros no conocemos, tampoco el universo que fue creado con él. La Escritura habla de «cielos nuevos y tierra nueva» y afirma que, al final, en el dónde y en el cuándo, que está más allá de nosotros, pero hacia el cual, en la fe tendemos con deseo y espera, Dios será «todo en todos».
Estimado doctor Scalfari, concluyo así mis reflexiones, suscitadas por lo que ha querido decirme y preguntarme. Acójalas como una respuesta tentativa y provisional, pero sincera y confiada, con la invitación que le hice de andar una parte del camino juntos. La Iglesia, créame, a pesar de todos los retrasos, infidelidades, errores y pecados que haya cometido y todavía pueda cometer en los que la componen, no tiene otro sentido ni propósito que no sea vivir y dar testimonio de Jesús: Él que fue enviado por el Abbà «para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor» (Lc. 4, 18-19).

Con fraternal cercanía,

Francesco

12 septiembre 2013

Nuestra Señora de los Santos




Hoy celebramos  la festividad de Nuestra Señora de los Santos, patrona de Móstoles. En este día tan especial para todos los habitantes de esta ciudad, nos hacemos eco de la Oración de un mostoleño, publicada en el librito de las fiestas patronales de 2013 de la Hermandad de Nuestra Señora de los Santos y San Simón de Rojas.

Virgen María, en tu advocación de Virgen de los Santos,
te pido por todos los que en estos días pasaran cerca de ti.
Tú conoces el corazón de cada uno, te pido en especial
por nuestro pueblo de Móstoles, desde su alcalde,
hasta el último niño que ha nacido. Que todo el que te mire se convierta
a Ti y que encuentren sentido en sus vidas, ¡ qué grandes son tus
obras! y qué grandes son tus oraciones ante Dios.
El pueblo de Móstoles celebra tu fiesta, concédenos que
la celebremos durante todo el año, para que jamás nos apartemos de ti.
Que estas fiestas no pasen como otro año más, sino que en cada corazón y cada
persona que te mire, penetre en él, el amor a tu Hijo Jesucristo.
Gracias Madre.

11 septiembre 2013

Puer natus est nobis

Recordamos hoy a Santo Domingo de Silos con este canto interpretado por los monjes del monasterio en que fue abad en el siglo XI.



Puer natus est nobis, et filius datus est nobis, cuius imperium super humerum eius et vocabitur nomen eius, magni consilii Angelus.
Cantate Domino canticum novum quia mirabilia fecit. Gloria...
Gloria Patri, et Filio, et Spiritui Sancto 
Sicut erat in principio, et nunc, et semper, 
in secula seculorum. Amen.

09 septiembre 2013

San Nicolás de Tolentino

El 10 de septiembre celebramos en la familia agustiniana la festividad de San Nicolás de Tolentino, “el hijo más grande de San Agustín”, considerado así, por su fidelidad a las enseñanzas y ejemplo del Padre Agustín. Dio testimonio de su fe en el siglo XIII, en pueblos y ciudades del centro de la península italiana. De carácter afable, predicó la palabra de Dios entre los más necesitados, siempre al servicio de pobres y enfermos.

Presentamos a continuación el himno que compuso en 2005, con motivo del séptimo centenario de su muerte, Javier Legarra Lopetegui.

Venimos Nicolás, con alegría
a cantar tu constante protección;
venimos a pedirte, santo amado,
que cuides a los tuyos con amor.
Serviste con bondad y con ternura,
ardiente como brasa el corazón;
queremos repetir tu misma historia,
sirviendo en los humildes al Señor.
Nos muestran lirios cándidos tus manos
que brotan del misterio de la cruz;
brilla en tu pecho el fuego de una estrella
que guía nuestros pasos con su luz.
Tu Provincia te venera agradecida,
tu nombre canta y clama con fervor;
y va contigo alegre por el mundo
y anuncia el Evangelio del Señor.

El rey David (y 6)

Francisco Javier Bernad Morales

A la narración de los reproches de Natán, sigue en II Samuel  la de los infortunios de la casa de David. Comienzan estos cuando Amnón, uno de los hijos del rey se encapricha de su medio hermana Tamar y se finge enfermo para poder quedarse a solas con ella, momento que aprovecha para violarla. La muchacha cuenta lo sucedido a su hermano Absalón, quien le pide que guarde silencio en espera de que llegue un momento adecuado para vengarse. Eso no impide que David se entere, pero aunque se indigna, llevado por esa indulgencia hacia sus hijos a que me he referido anteriormente, decide no castigar a su primogénito. Pasan así dos años de aparente calma hasta que Absalón asesina a Amnón a quien ha invitado a una fiesta. A continuación busca refugio junto al rey de Gesur.

También a Absalón termina David por perdonarle, después de que Joab interceda en su favor. Sin embargo, el príncipe desde su retorno comienza a conspirar para hacerse con el trono, lo que lleva a que finalmente sea proclamado rey en Hebrón.  Ante eso, David decide huir al otro lado del Jordán, donde organiza la defensa. Incluso en esos momentos, cuando se prepara el enfrentamiento final entre ambos, da el rey la orden de que no se maltrate a Absalón si es capturado. Esto no impide que Joab, como antes había hecho con Abner, le dé muerte en un claro desafío a la autoridad real. David cuando recibe la noticia llora amargamente:

-¡Hijo mío Absalón! ¡Quién me diera haber muerto en tu lugar! ¡Absalón, hijo mío, hijo mío! (II Samuel, 19, 1).

En cuanto a Joab, no solo no es castigado por su abierta desobediencia, sino que se permite hablar de forma altanera al rey:

-En verdad hoy he comprendido que si Absalón estuviera vivo, aunque todos nosotros nos halláramos hoy muertos, la cosa resultaría bien a tus ojos (II Samuel, 19, 7).

Poco después, Joab también asesina, de nuevo sin consecuencias, a Amasá, uno de los generales de Absalón a quien David ha admitido a su servicio. Será finalmente Salomón, cuando acceda al trono tras la muerte de su padre, quien haga matar a Joab acusado de haber apoyado en la sucesión a otro de los hijos de David, Adonías, que también es ejecutado.

La tragedia de la casa de David ha inspirado dos piezas teatrales de nuestro Siglo de Oro: La venganza de Tamar de Tirso de Molina y Los cabellos de Absalón de Calderón de la Barca. También García Lorca escribió sobre ella el romance Tamar y Amnón.

08 septiembre 2013

Música ortodoxa aramea: Dad gracias al Señor

Con este hermoso himno cantado en la lengua que habló Jesús de Nazaret, queremos enviar nuestro apoyo a los cristianos sirios en estos difíciles momentos, y rogar a todos los seguidores del blog una oración por la paz.

05 septiembre 2013

Oración para sonreir

Madre Teresa de Calcuta

Señor, renueva mi espíritu y dibuja en mi rostro
sonrisas de gozo por la riqueza de tu bendición.

Que mis ojos sonrían diariamentepor el cuidado y compañerismo
de mi familia y de mi comunidad.
Que mi corazón sonría diariamente
por las alegrías y dolores que compartimos.
Que mi boca sonría diariamente
con la alegría y regocijo de tus trabajos.
Que mi rostro dé testimonio diariamente
de la alegría que tú me brindas.
Gracias por este regalo de mi sonrisa, Señor.

Amén.

04 septiembre 2013

Fiesta de la Parroquia

Hoy es el día grande en nuestra parroquia, la solemnidad de Nuestra Señora de la Consolación, la Virgen que nos acompaña en nuestro caminar, ofreciéndonos esa palabra de ánimo o ese abrazo sincero en los momentos de mayor dificultad. La fiesta que otros años hemos celebrado con Eucaristía y ágape fraterno, este será más sencilla, con Eucaristía, pero sin ágape y no porque falten los motivos para la celebración, sino por las circunstancias que estamos viviendo por la restauración de nuestro templo. Estamos en obras y solo disponemos de un pequeño refugio en una capilla provisional rodeada por cables y tuberías. Pero sin duda, las inclemencias e incomodidades de las obras, se verán pronto recompensadas por un templo restaurado y mejor acondicionado para las necesidades de nuestra parroquia. En el momento en que finalicen las obras tendremos la oportunidad de festejar la reinauguración del complejo parroquial, el comienzo del año pastoral y cómo no, a nuestra patrona. Ánimo a todos y en especial a los padres agustinos que, a pesar de los inconvenientes, han resistido viviendo en la casa, con Cáritas a pleno rendimiento y sin dejar de celebrar, al menos por el momento, un solo día la Eucaristía.



Cantigas de Santa María, Alfonso X el Sabio, cantiga 302

03 septiembre 2013

No más guerras

Hagámonos eco de las palabras del Papa Francisco, sigamos su llamada y oremos por la paz de todas las naciones en conflicto, y, estos días, de modo especial por la concordia del pueblo sirio.


02 septiembre 2013

En to stavro pares tosa (En pie junto a la Cruz). Canto bizantino

Capella Reial de Catalunya
Director: Jordi Savall.
Marc Mauillon (Barítono)
Daniele Carnovich (Bajo)
Francesc Garrigosa (Tenor)
Jordi Ricart (Barítono)



De pie junto a la cruz, la pura, inmaculada,
del Salvador la madre y a un tiempo virgen,
entre lamentos gritaba
deshecha en ardientes lágrimas:
¿Qué gran prodigio es este
que ven mis ojos hoy?
¡Cómo la Vida saborea la muerte,
pobre hijo añorado!
¿Qué es esto tan extraño?
El gran misterio que en la tierra ha ocurrido
para salvación de Adán
y con él, de quienes te enaltecen,
el sufrir que aceptas de buen grado,
la resurrección divina,
y tu concepción sin simiente.

01 septiembre 2013

El valor de la humildad

Por José María Martín OSA

1.- La humildad nos permite encontrar a Dios y al hermano. El pasaje del Libro de la Sabiduría o Sirácida hace una reflexión sobre dos cualidades o virtudes humanas que inciden con claridad en la vida religiosa: la humildad y la caridad. El mensaje es claro: la actitud del verdadero humilde es más apreciable que la de aquel que derrocha sus bienes con orgullo. Esta humildad bíblica comporta tres aspectos. En primer lugar, la humildad es una justa apreciación del valor y de la grandeza del hombre. Sólo el que es humilde puede ver como grandes a los demás. Además, la humildad en la fe introduce al creyente en lo más hondo del mensaje: en Dios mismo. Finalmente, Dios recibe gloria por boca del humilde. El autor reflexiona por antítesis sobre el orgullo para mostrar el valor de la verdadera humildad. El orgullo es el mal fundamental y se manifiesta por la obstinación del corazón. Es incurable cuando se le ha dejado echar raíces y cuando se cierra al remedio. El que desprecia la vida de los demás, despreciará su propia vida y terminará despreciando al mismo Dios. Jesús ha mostrado un camino de este tipo cuando se ha propuesto como modelo de humildad evangélica
2.- Ser humilde es “andar en verdad”. El que es sabio desea una forma de ser capaz de discernir con exactitud y verdad lo que es él mismo y los demás. No es la humildad un falso esconder la cabeza debajo del ala, sino una justa apreciación de los demás y de sí mismo, así como una apertura hacia Dios porque nos sabemos limitados de verdad. Santa Teresa dio una buena definición de humildad: “Andar en verdad”. Ni más ni menos. Saber ser lo que uno es y saber luchar por ser lo que Dios espera que seamos. Aceptando la verdad. Viviendo verazmente. Sin enaltecerse, sin elevarse, sin darse importancia, sin engreírse, sin considerarse autosuficiente, etc. Aceptar la verdad pura y simplemente. Esta humildad es un valor evangélico y por eso Jesús emplea ahí una fórmula solemne: "Dichoso tú", como una bienaventuranza más.
3.- Jesús nos pide una humildad de corazón. Era costumbre en aquellos tiempos y lugares invitar de vez en cuando a un rabino para conversar durante la comida sobre algún punto de interés religioso. En esta ocasión había allí otros invitados, amigos de este personaje y fariseos lo mismo que él. Y todos éstos "espiaban" a Jesús. Este detalle demuestra que no había sido invitado de corazón, sino únicamente como pretexto para ver si podían sorprenderle en algún fallo. Jesús ve cómo los comensales se disputan los primeros puestos. El deseo de figurar era una de los defectos típicos de los fariseos. Recordemos, sin embargo, que Jesús en la Ultima Cena ocuparía el último lugar, el de los siervos, y lavaría los pies a sus discípulos; recordemos, sobre todo, que al día siguiente descendería mucho más al ser colgado en la cruz entre dos ladrones y que, por eso mismo, fue exaltado a la diestra del Padre. Jesús nos pide una humildad de corazón, lo mismo que pide la conversión interior y no sólo exterior. Jesús quiere decir que el amor auténtico se muestra cuando se ejerce sin esperar recompensa alguna. El que invita a los pobres no puede esperar ser invitado por ellos en otra ocasión. Invitar a los pobres sería tanto como sentarse a la mesa de los pobres, solidarizarse con ellos, sería amarles de tal manera que uno pudiera esperar también entrar con ellos en el Reino que les ha sido prometido.