31 diciembre 2012

Misterio de Navidad

Patxi Loidi


“Por el gran amor con que Dios nos amó,
envió a su Hijo al mundo
en una condición pecadora como la nuestra”

¡Ay, Dios mío! La tierra entera se estremece
al conocer la condición pecadora
en la que vino al mundo tu Hijo único,
el hijo santísimo del Dios altísimo.
Y las venas del mundo están a punto de reventar
ante un misterio tan incomprensible y tan entrañable.

¡Uno como nosotros!
Y Tú no nos lo recuerdas
justo antes del domingo del bautismo de Jesús,
cuando Él se sumergió hasta el fondo de las aguas pecadoras
como un pobre hombre cualquiera, un pecador más,
sometido a las leyes del pecado del mundo,
impregnado de suciedad y maldad sin tener pecado.

El hombre más solidario de la historia,
como un insolidario más,
un “caín” cualquiera de sus hermanos.
El hombre más piadoso con Dios,
como un impío desconsiderado.
¡Estamos desconcertados!

A la orilla del agua en la que Tú estás metido hasta el cuello,
inclino profundamente mi cabeza y te adoro,
Señor Jesús, mi Señor
Y meto la cabeza; y bebo del agua sucia que ya es tu agua
porque tú estás dentro de ella:
el agua de los pecadores y de los pobres,
que son sucios de cuerpo, y a menudo también de alma,
pero son “el camino de Dios”,
porque Tú estás con ellos
para salvarnos a todos. Amén.

Mar adentro. Plegarias para orar. Ed. Sal Terrae. Santander, 2003.p. 21

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