08 octubre 2012

Verdad, valores, poder

Francisco Javier Bernad Morales


RATIZNGER, Joseph, Verdad, valores, poder. Piedras de toque de la sociedad pluralista. Rialp, Madrid, 2012, 12 x 18,5 cm 109 pp.

Recoge este pequeño libro tres artículos publicados a principios de los años noventa del pasado siglo por el entonces cardenal Ratzinger, cuya unidad viene dada por el elemento común que les sirve de motivo de reflexión: la idea, expuesta por tratadistas políticos como Hans Kelsen y Richard Rorty y ampliamente difundida en la actualidad, de que la democracia está íntimamente ligada al relativismo moral y es, por tanto, incompatible con la existencia de valores absolutos. Excluidos estos, se alza la opinión de la mayoría como único criterio para deslindar entre justicia e injusticia en un mundo en que nociones como verdad y bien carecen de significado. La pregunta retórica de Pilato ¿qué es la verdad?, que le sirve como justificación para apelar a la multitud y así condenar a muerte a quien sabe inocente, se convierte, recuerda el autor, en paradigma de esta forma de entender la democracia. Es obvio que en esta concepción, la libertad carece de todo fundamento moral y se reduce a la mera exigencia de un derecho a disfrutar de bienes inmediatos. Se trata, en definitiva, de una libertad huera y trivial, que reposa en el nihilismo.
Tampoco, insiste Ratzinger, se puede fundamentar la moralidad de los actos en la propia conciencia de quien los ejecuta, dado que esta puede ser errónea. Es posible que Hitler obrara siguiendo el dictado de su conciencia, pero eso no lo convertiría en inocente. Se hace, pues, preciso recuperar el lugar central de la verdad y del bien, como condición de la libertad y de la democracia.
Estas reflexiones conducen al autor a ocuparse de la misión del Estado. No consiste esta en traer la felicidad a los seres humanos ni en crear hombres nuevos o edificar el paraíso sobre la tierra, sino, como indicó Schlier, en “mantener la convivencia humana en orden”. La noción de que la verdad y el bien existen de manera objetiva priva al Estado de toda pretensión de convertirse en absoluto, con lo que cierra el paso al totalitarismo y se convierte en la auténtica salvaguarda de la libertad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario