21 octubre 2011

Agustinas Misioneras en Argelia


Francisco Javier Bernad Morales

El día 23 de octubre de 1994, las hermanas Agustinas Misioneras, Esther Paniagua Alonso y Caridad Álvarez Martín, regresaban, tras asistir a misa, a su residencia en un barrio marginal de Argel en el que atendían un hospital. No pudieron, sin embargo, llegar a su destino, aunque quizá, jugando con las palabras, pudiéramos decir que fueron alcanzadas por él. Un comando islamista abrió fuego contra ellas y terminó con sus vidas. Su nombre queda unido al de muchos otros mártires, entre ellos Christian de Chergé, recientemente citado en estas páginas.

Es difícil expresar la tristeza que produce recordar estos hechos. Al hacerlo evocamos de manera inevitable que esas tierras tan duramente castigadas por el terrorismo, y en las que la iglesia Católica mantiene una presencia apenas testimonial, formaron parte un día de las provincias romanas de África y Numidia, y que en ellas la Cristiandad dio frutos espléndidos de los que, tras tantos siglos, aún se alimentan nuestro pensamiento y nuestra piedad. Hablamos del país que vio nacer y morir a San Agustín y en el que este realizó la mayor parte de su obra pastoral. Muy pocos vestigios quedan de aquel antiguo esplendor. Pero no debemos permitir que la nostalgia nos arrastre al pesimismo. La sangre de los mártires no puede haberse derramado en vano. Al contrario, fertilizará el suelo y fructificará en obras de amor.

No podemos dejar que nos gane el desánimo. Caridad, Esther y tantos otros no lo aceptarían. Ellas no ofrecieron su vida inútilmente. La dieron por el prójimo, ese ser con rostro, según lo define Emmanuel Levinas; la sacrificaron por el hermano, en cuya faz doliente veían la imagen de Jesús camino del Calvario. Ellas son un ejemplo que quisiéramos ser capaces de imitar. Roguemos, pues, al Señor que nos otorgue la fortaleza necesaria para hacerlo. Añadamos, por último, a nuestra oración una petición por todos los cristianos y por todos aquellos que sufren persecución a causa de la sed de verdad y de justicia; muy en especial por nuestros hermanos maronitas[1] y coptos[2]: que el Altísimo los conforte y los auxilie en las duras pruebas que deben afrontar.
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[1] La iglesia Maronita es una iglesia Católica de rito oriental en plena comunión con Roma. La mayoría de sus adeptos residen en el Líbano, pero en los últimos años, muchos de ellos ante el auge del islamismo han emigrado a otros países.
[2] Se denomina coptos a los cristianos egipcios. En su mayor parte pertenecen a la iglesia Ortodoxa Copta. Tradicionalmente han sido discriminados y en los últimos tiempos sufren frecuentes ataques, muchos de ellos mortales, sin que las autoridades parezcan tomar medidas para protegerlos.

3 comentarios:

  1. Seguro que ellas nunca hubieran responsabilizado de los actos al pueblo argelino sino a los fundamentalismos y fanatismos presentes en todas las culturas y desde luego bien seguro es que sus asesinos ya están perdonados.
    Magda

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  2. Estoy seguro de que ellas compartirían estas palabras del padre Christian de Chergé: "Es demasiado fácil creerse con la conciencia tranquila identificando este camino religioso con los integrismos de sus extremistas. Argelia y el Islam, para mí son otra cosa, es un cuerpo y un alma. Lo he proclamado bastante, creo, conociendo bien todo lo que de ellos he recibido, encontrando muy a menudo en ellos el hilo conductor del Evangelio que aprendí sobre las rodillas de mi madre, mi primerísima Iglesia, precisamente en Argelia y, ya desde entonces, en el respeto de los creyentes musulmanes."

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  3. Pero lo importante es que las Agustinas misioneras seguimos presentes donde ellas dieron su vida.Hoy, la casa de Bab-el-Oued, donde residian Cari y Esther,se ha convertido en un centro de acogida para 120 niños pobres de ese barrio conflictivo y 80 mujeres que desean salir de la ignorancia y del subdesarrollo. Pero tambien para dar acogida a enfermos que vienen del interior y no tienen donde alojarse.
    La vida de estas hermanas, no fue baldia porque otras, hoy ocupan su lugar y el pueblo argelino sigue queriendolas.

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