25 septiembre 2014

Elogio al voluntariado

Gloria Fuertes

Yo quiero despertar vocaciones para que la gente se haga voluntaria.
Ser voluntario es entrar en la calle, en la casa, en el hospital, en la cárcel, en el pueblo y en la aldea donde hay un ser que sufre.
Ser voluntario es entrar con el corazón, en el corazón del que lo pasa mal.
Cuando un voluntario visita a alguien que está solo,  le cura la soledad; cuando le habla, le ayuda, le escucha y le siente, El solitario mejora de la soledad, que es (junto a otras) la enfermedad de los ancianos.
Se sabe que el voluntario va a trabajar gratis, no a ganar nada. Yo quiero negar esto. El voluntario va a ganar muchísimo; va a ganar el placer de ser útil, la risa de un anciano, la sonrisa de un enfermo, el abrazo de un niño sin padres, la amistad de un paralítico o el cariño de un preso.
El joven voluntario deja voluntariamente de ir a la discoteca, a la barra, para ir desde la silla a la cama con un minusválido en brazos. ¡Qué bella escena! Hacerse voluntario también es salvarse del aburrimiento que acecha, salvarse de lo vulgar, de lo material, y os hace sentir que sois útiles, que sois solidarios, que sois amorosos, que sois importantes, que sois una aspirina inmensa, que quien os "cate" se cura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario