01 marzo 2013

Qué hermoso podría ser el mundo

Francisco Javier Bernad Morales

Viktor Frankl (1905-1997) fue un destacado psiquiatra de origen judío. En el momento de la anexión de Austria por la Alemania nazi ya había alcanzado el suficiente relieve como para que los Estados Unidos se ofrecieran a acogerle. Las dudas, sin embargo, le atenazaban. Si emigraba salvaría la vida, pero sus padres quedarían abandonados a su suerte. Recorría las calles en busca de una respuesta que no encontraba. En una ocasión, atraído por la música que sonaba en el interior, entró en la catedral y permaneció allí largo rato. Se sintió invadido por una sensación de paz que durante mucho tiempo no había experimentado, pero eso no resolvió su problema. Al regresar a casa, vio sobre la chimenea un fragmento de cornisa con una inscripción en hebreo.

-Han quemado la sinagoga. Esto es lo único que se ha salvado- le explicó su padre.

-¿Qué dice?- preguntó Viktor, que no conocía el idioma.

-Honrarás a tu padre y a tu madre.

En ese momento decidió que debía permanecer en Viena. No pudo, sin embargo, evitar que sus padres fueran asesinados en las cámaras de gas, pero al menos los acompañó mientras le fue posible. Él mismo pudo morir en Auschwitz. Más adelante recogió su experiencia en un pequeño libro. De él he tomado unas líneas:

Una tarde, ya de regreso en los barracones, derrengados sobre el suelo, muertos de cansancio, con el cuenco de sopa entre las manos, entró de repente uno de los internos para urgirnos a salir al patio y contemplar una maravillosa puesta de sol. Allí, de pie, vimos hacia el oeste unos nubarrones y el cielo entero plagado de nubes que continuamente variaban de forma y de color, desde el azul acero al rojo bermellón. Esa luminosidad menguante contrastaba de forma hiriente con el gris desolador de los barracones, especialmente cuando los charcos del suelo fangoso reflejaban el resplandor de aquel cielo tan bello. Luego, tras unos minutos de silencio y emoción, un prisionero le dijo a otro: “¡Qué hermoso podría ser el mundo…!.” 

FRANKL, Viktor, El hombre en busca de sentido, Barcelona, Herder, 2004, p. 67-68.

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