16 septiembre 2012

Envío de catequistas


Carmen Sáez Gutiérrez

Ayer sábado tuvo lugar en nuestra parroquia la ceremonia de envío de catequistas de niños, jóvenes y adultos, oficiada por el obispo titular de nuestra diócesis, D. Joaquín María López de Andújar como responsable de la comunidad cristiana.
Previamente a la Eucaristía presidida por D. Joaquín,  el joven párroco del Álamo y arcipreste de Navalcarnero D. Manuel de Castro, licenciado, además, en Derecho Canónico y Teología Dogmática, pronunció una conferencia acerca del significado del envío en tanto que como vocación catequética no parte de una iniciativa individual y privada, sino que por el contrario es una llamada a lo más íntimo de nuestro ser por parte del Señor, quien nos ofrece la misión desde el propio seno de la Iglesia. Así, habló a los catequistas como transmisores de la Palabra de Dios y por tanto de la exigencia de acometer esta misión con honradez, sin contaminaciones que desvirtúen el auténtico significado del mensaje. También reconoció la dificultad del momento que atraviesa la catequesis por la escasa colaboración de algunas familias, pero,  no obstante, alentó a continuar sembrando la semilla de la fe, pues aunque en apariencia pueda parecer que el contenido no penetra en un primer momento en los catecúmenos, más tarde sí  puede observarse el brote de buenos frutos.
Posteriormente, D. Joaquín concelebró con los sacerdotes asistentes. La liturgia introdujo elementos nuevos y plenos de significado: la transmisión de la luz del obispo a todos los presentes a través de las velas, acto que recordaba sin duda  a la ceremonia pascual y el beso de cada uno de los catequistas a los Evangelios como gesto de aceptación de la Palabra en su totalidad, sin obviar ninguno de los contenidos por pequeños que sean.
La homilía la inició D. Joaquín dando gracias al Señor por concedernos la Gracia de poder celebrar el envío en la fiesta de la Virgen Dolorosa, la madre piadosa que a los pies de la cruz se hizo partícipe de la Redención. En la plática nos exhortó diciendo que el Señor nos llama para ser testigos de su amor e instrumentos para  comunicar sus misterios en comunión con la Iglesia; puente para poner a los niños, jóvenes o adultos en relación con Él, lo que constituye el mayor acto de caridad del cristiano: ayudar al hombre a encontrarse con Dios, pues no hay mayor pobreza que vivir de espaldas a Él. Abordó también un tema lleno de interés en nuestros días, pues el hombre parece haberse olvidado de sus limitaciones, de la presencia del mal en sus actos. Así, habló del pecado como el no reconocimiento, la desconfianza de la paternidad de Dios, y de la infinita misericordia del Dios que se hace hombre para ayudar al hombre a salir del pecado, esto es, volver a confiar en Él. Es a través de la cruz como el pecado es destruido y Cristo devuelve al hombre su filiación divina. Y es junto a la cruz donde la Virgen nos abre su corazón para encontrarnos con Dios. María está en la comunidad cristiana y los apóstoles ven en ella a Jesús. La catequesis es un misterio maternal pues a través de ella la Iglesia transmite vida. Por ello María junto a la cruz debe ser nuestro modelo, como ella tenemos que estar abiertos a la Palabra, ser para todos el rostro de Jesús.
Después de la Eucaristía se celebró un ágape fraterno en los salones parroquiales. El P. José M.ª que actúo como anfitrión tuvo que multiplicarse, pues acto seguido tenía bautizos en la Iglesia. ¡Bendito sea Dios!

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