El pasado 16 de septiembre, la comunidad nativa de Cuninico (departamento de Loreto, Perú) notificó un derrame de petróleo, uno más, debido a una rotura en el oleoducto Norperuano. Las consecuencias son fáciles de imaginar: aguas que no se pueden beber y en las que tampoco se puede pescar, suelos contaminados no aptos para el cultivo, enfermedades... En definitiva, un sufrimiento más para gentes que ven como la riqueza extraída de su territorio marcha lejos a beneficiar a otros, sin que allí les quede más que miseria; para hombres y mujeres cuya forma de vida es destruida en nombre de un progreso que les muestra tan solo un rostro siniestro.
Carta de Miguel Ángel Cadenas, obispo de Iquitos, sobre el derrame de petróleo
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